Un detalle

Los venezolanos no se dejan y que están dispuestos a todo para recuperar su libertad. Hombres, mujeres, jóvenes, se han unido y protestan. Ejemplos de valor se ven todos los días.

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Por Elizabeth Castro

11 August 2017

"En Venezuela no hay hambre”, dijo Delcy Rodríguez en su discurso inaugural como presidenta de la Asamblea Constituyente, un organismo formado fraudulentamente, cuya misión es sin duda borrar todo vestigio de democracia en el país sudamericano, y encaminarlo hacia el totalitarismo. La frase, aunque parezca un insulto a la inteligencia, no deja de tener cierta dosis de verdad. En efecto, en Venezuela no hay hambre para Delcy ni para los quinientos y pico de asambleístas. Tienen asegurado todo lo que necesitan. El hambre está afuera, en las calles de las ciudades y en el campo. Hambre terrible, que hace que las personas busquen qué comer en los basureros, hagan colas por horas para conseguir un poco de pan y vean cómo arreglar su ropa pues ya bajaron varias tallas.

Pero para el régimen todo es un cover-up, un montaje que intenta dar una imagen distorsionada de la situación en Venezuela. Los culpables son los de siempre: el Imperio, la derecha reaccionaria, los empresarios perversos, la oposición asesina. Y hoy también el Papa, quien con palabras acordes a su investidura, se unió al clamor internacional.

Una de las primeras resoluciones de la asamblea fue retirar de su cargo a la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz. La votación para removerla fue unánime. Lógico, ¿qué se puede esperar de unos asambleístas que fueron seleccionados a dedo? Lo que uno se pregunta es para qué se necesitan 545 si siempre van a votar del mismo modo.

En Venezuela ya no se puede disentir. Cualquiera que piense diferente, que critique, que tenga ideas y opiniones propias es inmediatamente calificado como traidor. Pero así son los regímenes totalitarios, necesitan obediencia absoluta.

La Unión Europea, La OEA, Mercosur, y muchos países del continente americano han desconocido a esta Constituyente. Solo unos pocos gobiernos, lastimosamente entre ellos el nuestro, la ha respaldado. Es una pena pues el que queda mal ante la comunidad internacional no es simplemente el Gobierno, es el país.

Es curioso este comportamiento. Muchos de los que ahora tienen poder y defienden a regímenes prepotentes e injustos comenzaron luchando precisamente para combatir lo que ahora apoyan. Iban, decían, contra la injusticia, contra el hambre, contra el autoritarismo. ¿Dónde quedaron esos sueños? Parece que el dogma, el poder y el interés cambian a las personas. ¿Cuál es la moral que señala que algo censurable está mal si lo hace otro pero está bien si lo hago yo?

No hay de que ser muy sagaz para saber cuáles son los planes de la nueva Constituyente en Venezuela. Afianzar el poder, restringir las libertades, aplastar al que se rebele. Sus integrantes no ven ningún problema, creen que mientras estén entre los que mandan el país se puede ir al abismo.

Parece muy sombrío el panorama para Venezuela. Hay, sin embargo, un detalle que hay que tomar muy en cuenta: que los venezolanos no se dejan y que están dispuestos a todo para recuperar su libertad.

Hombres, mujeres, jóvenes, se han unido y protestan. Ejemplos de valor se ven todos los días. El de la exfiscal es uno de ellos. Sus antecedentes indican que es una mujer de izquierda. Apoyó a Hugo Chávez en su momento. Pero cuando vio el estado de cosas y tuvo que elegir entre lo correcto e incorrecto, más allá de su ideología, examinó su conciencia. Hay muchos como ella, que no se dejan ir con la corriente y les importa su dignidad.

*Médico psiquiatra y

columnista de El Diario de Hoy