Vergüenza continental

Las semejanzas abundan entre las dictaduras de Hitler y Maduro porque los absolutismos terminan pareciéndose mucho.

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Por Mirna Navarrete

08 August 2017

Nuestra vergüenza es de tamaño continental. Y, lo peor, será histórica. No hay otra forma de decirlo. Salvando distancias, es como si en 1944 el Estado salvadoreño hubiera dado su respaldo moral a Hitler contra las fuerzas aliadas que le combatían en suelo europeo. Así de bochornoso es que el gobierno del FMLN —en este tema, con perdón, es difícil considerarlo gobierno del país— haya aplaudido el fraudulento proceso “Constituyente” que Nicolás Maduro ha venido impulsando obstinadamente en Venezuela.

¿Resulta exagerado este paralelismo? En la Alemania nazi se perseguía y encerraba a los adversarios políticos, se aplicaban las leyes con la arbitrariedad de quien ya no respeta ninguna separación de poderes, se manipulaba salvajemente a los medios de prensa o se clausuraba a los independientes, se hacía caso omiso de cualquier llamado de la comunidad internacional a respetar los derechos humanos…

Lo único que falta a Maduro para ser otro Hitler es la xenofobia como ideología, la instalación de campos de concentración y la detonación de una guerra mundial. Por lo demás, buena parte de la agenda interna del nazismo (aunque en Venezuela se le llame “socialismo”) ha sido promovida desde 1999 por Hugo Chávez y Nicolás Maduro. No es exagerado, por tanto, afirmar que el FMLN está apoyando el totalitarismo más rampante cuando se declara a favor del régimen chavista.

Diosdado Cabello, el “Hermann Goering” venezolano, es el ejemplo vivo de lo que sucede con una persona cuando se deja llevar por esa tríada de excesos que también campeó en la Alemania hitleriana: ambición, poder e impunidad. Cabello sale a la palestra pública a defender lo indefendible porque ya no tiene otra salida: la caída de Maduro equivale a su propia caída. Terminar tras las rejas es apenas la menor de las consecuencias para alguien que, como él, ha convertido su cuota de poder en una extensión de sí mismo. El flácido Goering también acumuló riquezas mal habidas que lo arrastraron al abismo: tuvo que morder una cápsula de cianuro para escapar a la horca en Núremberg.

Elías Jaua es el “Joseph Goebbels” del chavismo, no porque ostente el cargo de Ministro de Propaganda, sino porque ha sido un efectivo propagador de mentiras en los diversos puestos gubernamentales que ha ocupado. El único de los grandes jerarcas nazis que se suicidó en el búnker de Hitler —junto a su esposa, por cierto, y después de envenenar a sus seis hijos— decía que si no era posible negar las malas noticias, al menos había que inventar otras que desviaran la atención de la gente. Jaua aplica muy bien este principio de Goebbels, porque solo alguien que piense así es capaz de afirmar, en serio, que la “Constituyente” madurista ha sido convocada para “promover un gran diálogo nacional, que frene la escalada de violencia promovida por parte de la dirigencia opositora… y deje sentadas las bases de un modelo social donde podamos vivir todos y todas (sic) con reconocimiento mutuo, igualdad, paz y dignidad”.

Delcy Rodríguez ha llegado a ser más locuaz y beligerante que el propio Ministro de Relaciones Exteriores de Hitler, Joachim von Ribbentrop (colgado en Núremberg), y Tarek William Saab, recién nombrado Fiscal General por los falsos constituyentes, tiene todos los atributos morales y psíquicos para convertirse en un nuevo Roland Freisler, Presidente del Tribunal Popular nazi que condenó a muerte a miles de opositores antes de ser aplastado por una viga, en 1945, durante un bombardeo sobre Berlín.

Las semejanzas abundan entre las dictaduras de Hitler y Maduro porque los absolutismos terminan pareciéndose mucho. Pero que el gobierno del profesor Sánchez quiera que El Salvador se asemeje a la “República Eslovaca” —estado títere de la Alemania nazi a cargo del polémico sacerdote Josef Tiso—, es algo que a todos los demócratas salvadoreños nos indigna e insulta. Ojalá que la irremediable caída del chavismo nos motive a derrotar al FMLN por la vía electoral.

*Escritor y columnista de El Diario de Hoy