La última batalla de Charlie

Un bebé, inerme e insignificante para algunos, le dio una gran lección a la humanidad de cómo debemos aferrarnos y defender la vida, pese a todos los obstáculos.

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Por Elizabeth Castro

29 July 2017

La noticia de la muerte del bebé Charlie Gard conmovió al mundo este viernes, después de semanas de esfuerzos médicos, gestiones oficiales a todo nivel, expectación y oraciones para tratar de salvarle la vida.

Charlie, quien cumpliría un año el 4 de agosto, padecía una enfermedad genética llamada síndrome de depleción del ADN mitocondrial, la cual le provocó un daño cerebral considerado irreversible que inhabilita la capacidad del cuerpo de dar energía a los músculos.

Pero, contrario a la creencia de muchos de que el bebé perdió esta batalla, más bien esta fue una lucha de amor por la vida que logró involucrar a propios y extraños en el planeta.

Desde el presidente Trump y el Papa Francisco hasta el último de los fieles en una iglesia perdida de Argentina, todos estaban unidos haciendo votos por la sanidad del infante.

La lucha de Charlie llevó a sus padres a enfrentarse con la justicia británica, que ordenó desconectar al niño de los equipos que lo mantenían con vida. Charlie sobrevivía con la ayuda de un ventilador para respirar.

Los padres querían agotar todas las posibilidades y someterlo a un tratamiento experimental en Nueva York.

Las autoridades judiciales, sin embargo, consideraban que someterlo a tratamientos solo prolongaba el sufrimiento y que Charlie merecía “morir con dignidad”.

El Papa Francisco y el presidente Trump fueron blanco de ataques de médicos y científicos británicos, que los acusaron de querer frivolizar el caso alentando falsas esperanzas para los padres, con ayuda médica y científica.

Lo cierto es que el primer deber de la humanidad es preservar la vida y, como nos enseñaron nuestros padres y abuelos, “mientras haya vida, hay esperanza”.

Un bebé, inerme e insignificante para algunos, le dio una gran lección a la humanidad de cómo debemos aferrarnos y defender la vida, pese a todos los obstáculos.

Al ver el caso de este pequeño héroe se me vienen a la mente el de la joven a la que se presionó para que abortara porque su bebé tenía un daño cerebral.

El caso llegó hasta la Sala de lo Constitucional, donde la joven confesó que ella quería que su bebé naciera, lo cual sucedió, aunque horas después falleció.

Es muy diferente jugar a ser Dios y disponer de la vida de un pequeño a dejar que la naturaleza decida.

En aquel momento el propósito fue que la Sala sentara un precedente mediante una sentencia para viabilizar los abortos en el país, cosa a la que los magistrados no se prestaron.

También viene a mi mente el caso que comentamos recientemente del bebé que al no más nacer fue lanzado a un excusado, donde murió por aspirar las heces. Y ahora muchos quieren que se tienda un manto de olvido sobre esta pequeña víctima, como si su vida no importara.

Vienen a la memoria estos versos de la cantante argentina Mercedes Sosa:

“Merecer la vida no es callar y consentir

tantas injusticias repetidas...

Es una virtud, es dignidad

y es la actitud de identidad

más definida.

Eso de durar y transcurrir

no nos da derecho a presumir,

porque no es lo mismo que vivir

honrar la vida...”

La BBC informó que los padres de Charlie, ambos de 30 años y de Bedfont —en el oeste de Londres— describieron al bebé como un “absoluto guerrero”.

Adiós, Charlie... Desde donde estés nos seguirás dando una de las lecciones más grandes de nuestros tiempos... Adiós, pequeño gigante...

*Editor Subjefe de El Diario de Hoy.