¿Cobardía?

Comienza a percibirse un verdadero despertar ciudadano que se traduce en acciones concretas como las observadas hace unos días en los que varios movimientos ciudadanos, gremiales, universidades y otras instituciones se unieron para exigir públicamente un “basta ya” en las negociaciones oscuras en la Asamblea Legislativa.

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Por Mirna Navarrete

25 July 2017

En el contexto de las reformas legales acordadas en la triste sesión plenaria del 18 de julio del presente año, y en evidente referencia a las reformas decretadas a la Ley de Extinción de Dominio, el presidente de la Asamblea Legislativa colocó varios mensajes en su cuenta de twitter, en los que exhortaba a sacar pecho a quienes él calificaba como cobardes y les reprochaba haberlo sido.

Las alusiones parecen estar referidas a quienes a último momento decidieron no acompañar las reformas a la ley, pero dejando de lado el hecho de que no es este el tipo de exhortaciones que uno esperaría del presidente del Órgano Legislativo, lo cierto es que por lo revelado horas después a través de un periódico digital, no podemos sino reflexionar y concluir que, a pesar de que no era con nosotros el improperio en las redes sociales, tenemos que aceptar que sí, es cierto…hemos sido cobardes.

Hemos sido cobardes porque por años no hemos denunciado, hemos callado, hemos tolerado, hemos dado la espalda a la realidad, nos hemos conformado, no nos hemos involucrado y, en varias oportunidades, hasta hemos dispensado las ilicitudes de nuestros funcionarios. No son pocos los casos en que hemos defendido lo indefendible y hemos justificado actitudes que en otros jamás justificaríamos.

Nos ha faltado ser consecuentes con nuestras posturas, nos ha faltado ser valientes y nos ha faltado meternos de cabeza en la solución de los problemas que día a día lamentamos. Ha sido esa apatía transformada en cobardía la que ha permitido a oscuros personajes llegar a ocupar altos cargos en los tres órganos del Estado y la que ha propiciado que nunca quieran salir de sus ya creados feudos.

Es más, si los funcionarios se han enriquecido a nuestra costa, y si lo siguen haciendo en nuestras caras, es simple y sencillamente porque no hemos querido detenerlos a pesar de tener las herramientas para hacerlo. Tremenda deuda la que tenemos con nuestro país; probablemente es mi generación la que más adeuda.

Y es que para poner como ejemplo a quien en esta oportunidad nos llama a la reflexión, ¿cómo es posible que el presidente de la Asamblea Legislativa no haya depuesto su cargo cuando existen serias investigaciones periodísticas que lo vinculan con el manejo de fondos legislativos otorgados sin ningún control a una fundación privada de la que nadie sabe nada? O ¿cómo es posible que haya participado de las apresuradas reformas a la Ley de Extinción de Dominio teniendo abierto un expediente en la Sección de Probidad de la Corte Suprema de Justicia, sin haber mencionado tal circunstancia como un obvio conflicto de interés? Y como él, otros tantos.

Tolerarlo, no decirlo, no gritarlo, no denunciarlo o en general no hacer nada aún y cuando en nuestra intimidad pataleamos, vociferamos y hasta lanzamos otros epítetos menos decorosos que el del título de esta columna, es lo que ha permitido que estos escándalos no pasen en la mayoría de los casos de un mero sonrojo que a veces vemos en quienes nos deberían estar rindiendo cuentas de manera permanente.

Ha sido esa cobardía la que nos ha llevado a ver como normal el reparto de las instituciones, la que ha alentado que tengamos una Corte de Cuentas que nunca ha funcionado, que tengamos un Tribunal de Ética o una Secretaría de Transparencia que nadie sabe lo que hacen, la que propicia que se decreten leyes que casi nunca tienen como finalidad el bienestar ciudadano y la que nos ha llevado a situaciones absurdas en las que representantes de los principales partidos políticos se dan a la tarea de negociar votos con delincuentes.

Pero ese defecto parece estar desapareciendo poco a poco. Comienza a percibirse un verdadero despertar ciudadano que se traduce en acciones concretas como las observadas hace unos días en los que varios movimientos ciudadanos, gremiales, universidades y otras instituciones, se unieron para exigir públicamente un “basta ya” en las negociaciones oscuras en la Asamblea Legislativa. La ciudadanía organizada ya se dio cuenta de que puede hacer mucho y que es su responsabilidad hacerlo.

No sé bien a qué o a quién se refería el presidente de la Asamblea en sus mensajes, pero sí sé que los funcionarios ya no encontrarán resguardo en las actitudes omisas de la ciudadanía. Hemos despertado; vamos a luchar con valentía por nuestro país.

*Colaborador de El Diario de Hoy

@hsaenzm