No son nuestros objetivos

La nación del Norte tiene mucho peso en El Salvador, y tener buenas relaciones es vital. Pero a algunos eso se les olvida o al menos lo olvidan por momentos, cuando surgen otros intereses.

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Por Elizabeth Castro

30 June 2017

A Willy Arteaga, el opositor venezolano que se manifiesta tocando el violín en las marchas, un guardia bolivariano le destroza su instrumento musical mientras lo arrastra por las calles. Le disparan a quemarropa a estudiantes que protestan. Se va acercando a cien el número de manifestantes masacrados por fuerzas gubernamentales. Innumerables presos políticos, entre ellos Leopoldo López, son torturados psicológicamente —con mucha probabilidad también físicamente— y se obstaculiza la visita de sus familiares. Ni los perros escapan a la represión del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), una especie de SS moderno, uno de cuyos integrantes, al allanar la casa de un opositor, mata a la mascota de la familia con un balazo en un ojo. Mientras tanto el pueblo que supuestamente el gobierno defiende busca entre la basura algo que comer, los enfermos en los hospitales reciben medicamentos vencidos, y la pasta de dientes, el papel higiénico y el jabón dejan de ser artículos de uso diario y se convierten en pura ilusión.

Si lo anterior no es suficiente para que la comunidad internacional condene al régimen causante de todo esto, no se puede saber qué tiene que pasar para que lo haga. Si el intento del presidente Nicolás Maduro de convocar a una Constituyente, desbancar a la oposición y aniquilar lo poco que queda de democracia, no es tampoco suficiente, no se puede saber qué tiene que pasar para que lo haga. La propuesta de condena se hizo, muchos países la apoyaron, y El Salvador… se abstuvo. La abstención de El Salvador y otros dos países tuvo el efecto de boicot pues impidió que se lograra obtener el número necesario de votos para la condena de la OEA.

Aparte de lo reprochable desde el punto de vista ético que esta acción pudo tener, preocupan sus repercusiones. Si alguien dice que no habrá consecuencias, o nos intenta tomar el pelo o es el ingenuo más grande del mundo. Los representantes de los Estados Unidos ante la OEA, uno de los países que promovieron la condena, ya tomaron nota de la posición salvadoreña y sin duda su gobierno la tomará en cuenta en las decisiones que hará en el futuro. Los mexicanos también están, digámoslo así, molestos.

Los norteamericanos son muy amables en sus relaciones con otros países. Pero no se dejan engañar con actitudes dobles y llegado el momento saben ser muy firmes. Reconocen perfectamente quiénes son sus aliados y para ellos la palabra tiene mucho valor. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y el país que más ayuda nos ha dado y nos da. Millones de salvadoreños viven y trabajan en esa nación a la que tienen como su segunda patria. No hay salvadoreño que no se beneficie directa o indirectamente de las remesas que los connacionales mandan. En definitiva, la nación del Norte tiene mucho peso en El Salvador, y tener buenas relaciones es vital. Pero a algunos eso se les olvida o al menos lo olvidan por momentos, cuando surgen otros intereses.

Los salvadoreños no somos duros de mollera ? como a veces parece que se nos quiere ver ? y nos damos cuenta de las intenciones y objetivos que están debajo de la abstención. Pero esos objetivos no son nuestros objetivos, e ignorar los intereses de los salvadoreños aquí y en el exterior por intereses particulares es censurable. ¿Que no por cosas como las que pasan en Venezuela tuvimos una guerra?

*Médico psiquiatra y columnista de

El Diario de Hoy