Obstáculos y ruptura en la práctica política de nuestra nación

La práctica política actual requiere de cambios de fondo, esto supone entender que la política no es una manera de vivir, y menos de enriquecerse, sino una forma de interactuar con otros para alcanzar un beneficio social.

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Por Elizabeth Castro

10 June 2017

Recuerdo que cuando joven, estudiante universitario, cursé un par de materias relacionadas con la teoría del conocimiento de la ciencia, Epistemología de la Ciencia era su nombre; en ese momento me pareció que se trataba de teorías interesantes y novedosas, aunque áridas y sin ningún interés práctico… con el paso de los años, y luego de volver a encontrarme con un par de textos de dos autores que incursionaron en este conocimiento, ya como docente universitario, comencé a ver y entender que se trata de saberes que no solo tienen una importancia en la formación académica personal, sino que permiten, y esta es su relevancia, entender de mejor manera el entorno social.

Particularmente, se me vienen a la mente dos autores: uno Gastón Bachelar y otro Karel Kosik; el primero es un filósofo francés que influyó mucho el pensamiento de mitad del siglo pasado, incursionando en la teoría del conocimiento de la ciencia, “La formación del espíritu científico” (1938).

Por su parte, Kosik, nacido en Praga, fue un filósofo marxista, no de los ortodoxos sino de los críticos que se atrevieron, en aquel entonces, no solo a cuestionar a los grandes del marxismo sino a realizar una actividad militante en los eventos de la llamada “primavera de Praga”, que lo llevó prácticamente a perder su puesto de docente y desaparecer de la vida pública, tal como ocurría en los llamados países detrás de la “cortina de hierro”.

Bachelar, en su libro “La formación del espíritu científico”, desarrolla una de serie de conceptos interesantes como la ruptura y el salto epistemológico que, entre otras cuestiones, nos permite entender que el conocimiento es una especie de vaivén entre lo continuo y la discontinuidad.

Mientras que Kosik, en “La dialéctica de lo concreto” (1963) plantea que el acceso al conocimiento científico no es gradual sino que implica un salto cualitativo, pero el aporte más valioso de este autor es la relación entre el hombre y el sistema o la estructura (totalidad concreta dice Kosik). Esta noción nos lleva a plantear, por ejemplo, que el hombre no puede ser reducido a una parte del sistema, por ejemplo al hombre economicus, sino que este se halla por encima del sistema en una totalidad compleja.

Estos dos conceptos, ruptura y salto epistemológico y totalidad concreta, aplicado a la realidad política, nos permite plantear al menos dos cuestiones: uno, la política y la práctica política en nuestro país, hay que entenderla como un todo y que no se explica, por ejemplo en la lucha de clases o en la sobredeterminación económica, sino que se explica de manera más amplia por las falencias de una sociedad con graves problemas de pobreza y exclusión, pero además con las taras propias de una clase política miope, mal educada pero sobre todo incapaz de ver más allá de sus narices y entrarle de lleno a los grandes desafíos de la Nación. Los intereses mezquinos individuales inciden e influyen también de manera determinante.

Y dos, se requiere de fondo una ruptura que nos permite un método y una teoría nueva que deje atrás, por ejemplo, los términos de la derecha e izquierda, conceptos caducos que no ayudan en nada, como tampoco la confrontación entre pobres y ricos, el de oligarquía e imperialismo como categorías de análisis que no permiten entender, por ejemplo, las nuevas realidades propias de la era del conocimiento, la transnacionalización de las naciones por un mundo abierto, sin fronteras donde los estados nacionales han quedado en el pasado.

Elementos nuevos como la fuerza de la llamada “sociedad civil” en sus múltiples expresiones, la presencia cada vez más fuerte de las llamadas minorías y sobre todo el mundo de la tecnología que llega a la vida cotidiana (el uso de los llamados teléfonos inteligentes es un ejemplo claro de esto) nos exigen romper no solo con la teoría sino con la práctica vieja de la política tradicional.

En este contexto recojo una cita de Enrique Bas, “Desde el final de la guerra fría vivimos en lo que se ha dado en llamar un nuevo orden mundial, en el que convive lo nuevo con lo no tan nuevo, el orden con el desorden y lo mundial con lo local. Es decir, vivimos en un mundo cuyas dos características fundamentales podría decirse que son la diversidad y el cambio; un mundo en el que convive la tradición con la innovación sobre un sustrato de creciente heterogeneidad”.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

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