Lejos de Dios

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06 agosto 2014

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba llena de recursos para sustentar al ser humano que habría de multiplicarse en ella. Pero, desde que el hombre pecó alejándose de Dios, se apartó de su propósito original y actuó cada vez de forma más egoísta. Algunos humanos se fueron apropiando injustamente de recursos mayores a los que necesitaban dejando a otros sin lo necesario.

A través de su profeta Dios se indignó: "¡Ay de aquellos que acaparan casa tras casa y se apropian de campo tras campo hasta que no dejan lugar para nadie más, y terminan viviendo solos en el país!" Pero el ser humano no escuchó y profundizó la desigualdad mundial. Las grandes conquistas y los imperialismos antiguos y modernos dejaron al planeta con los recursos muy mal distribuidos.

Mientras unos países acumularon riqueza exorbitantemente, otros se quedaron hasta sin los recursos propios. La pobreza y la desesperación cundió en estos últimos y las personas agobiadas no tuvieron otra opción que la de emigrar. Las condiciones más limitadas de los países poderosos eran de holgura comparadas con las de sus países de origen. Pero, otros, hicieron de la migración su negocio. Los precios aumentaron hasta que ya no fue posible huir con toda la familia. Solo podía irse uno a la vez.

A veces el padre, a veces la madre, a veces el hijo, a veces la hija. Quien lograba llegar establecía una cabeza de playa para la sobrevivencia familiar. Las remesas comenzaron a fluir. Sin pretenderlo, los pobres habían creado un puente de socorro para poner balance frente a tanta desigualdad.

Se espera que en el presente año $436,000 millones sean enviados de los países ricos en forma de remesas. En el caso de El Salvador, será un promedio mensual de $330 millones. Es decir, unas once veces la cantidad que los Estados Unidos envió al Ejército salvadoreño durante la reciente guerra civil. Esta vez el dinero no es para hacer sobrevivir a un Ejército sino para hacer sobrevivir la provisión de alimento, vivienda, agua, educación, salud.

De los casi cuatro mil millones que los migrantes envían al país cada año, el Estado se queda con el 13 % solamente en concepto de IVA. Así, los más pobres aportan de manera muy generosa a que el país continúe funcionando y sobreviva sin estallidos sociales de grandes proporciones y amortiguando lo que serían con bastante seguridad múltiples guerras internacionales.

El drama de los niños migrantes no es nuevo. Lo nuevo es que se ha visibilizado en las últimas semanas. Pero eso es bueno. De esa manera cobramos conciencia de las miles de familias que no buscan exponer a sus niños al riesgo de la migración ilegal sino de salvarlos por ella del riesgo. Del riesgo de sufrir una muerte prematura por haber nacido pobres y vivir en zonas donde no existe la libertad para estudiar donde se desea, visitar a quien se desee o transitar por donde se desea. Todavía Dios continúa reclamando por tanta inequidad, por tanta indiferencia.

Sus palabras cortan como espada: "El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes?".

*Pastor general de la misión cristiana Elim.