El fútbol nacional en su peor momento

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30 abril 2014

Lo ocurrido el fin de semana pone en contundente evidencia que la primera división del fútbol nacional ha caído en lo más bajo. Los aficionados en diferentes estadios han tratado de agredir a los futbolistas de los equipos de mayor tradición en el país. Uno de ellos, el Águila, en zona de descenso. Quién lo diría.

Lejos están ya los años cuando el Alianza F.C. derrotó en el Flor Blanca al más poderoso equipo del mundo: El Santos de Pelé, base del equipo que pocos años después deslumbraría a la humanidad conquistando la tercera copa mundial. O cuando el FAS de Santa Ana llegó a una final latinoamericana, con el Olimpia, campeón de Uruguay.

O cuando el Águila derrotó al León de México, entre otros para coronarse como lo habían hecho antes Alianza y FAS, como campeón del Norte, Centro y el Caribe. La Selección Salvadoreña fue la primera de Centroamérica, en clasificar a un mundial y luego a un segundo. Definitivamente la mejor selección de la región del siglo pasado. Eran los tiempos de los Pelé Zapata, los Cariota, los Mágicos, los "Araña" Magaña, Manuel Cañadas y un sinfín de grandes jugadores.

Antes de que estallara la guerra los gobiernos militares solían montar, el uno de mayo, partidos internacionales gratis, con el inconfesable propósito de contrarrestar las marchas de los trabajadores. A no pocos proletarios les tentaba la idea de asistir a ver un Saprissa-Alianza sin pagar nada, antes que ir a protestar.

Para resolver el asunto, un pragmático líder sindical, a quien le fascinaba el fútbol, propuso una solución salomónica: marchar temprano e ir al estadio después. Pasada la guerra, lo que son las cosas, tanto el fútbol como las marchas han perdido convocatoria. Los estadios, sobre todo el Cusca, casi siempre lucen vacíos. Y las marchas de protesta, ralas por cierto, son ahora marchas de apoyo al gobierno.

Con el paso del tiempo algunas cosas progresan, otras se deterioran. Así es la vida. Pero en el fútbol local, el pasado le gana por mucho al presente. La mediocridad es la palabra que mejor lo define. La selección de Costa Rica ha hecho brillantes partidos en los mundiales y sus clubes se destacan en las competencias regionales. Algo similar ocurre en Honduras.

Los mayores logros nuestros, en años, son: haber clasificado a dos hexagonales para quedar en penúltimo lugar, algunos destellos en la Copa de Oro y las goleadas a selecciones de países con menos habitantes que San José Villanueva. No es gran cosa.

La guerra fue un monstruo que devoró energías juveniles y convirtió canchas en campos de entrenamiento. Eso es cierto. Pero hace 20 años que el conflicto terminó y el fútbol sigue estancado. Los salvadoreños, como casi todos los latinoamericanos seguimos siendo apasionados de ese deporte, prueba de ello es el boom de la liga española en nuestro medio, para compensar nuestra melancolía por el fútbol local.

Tampoco es que no haya buenos futbolistas. Pero el talento natural no florece en medio de condiciones que sacan lágrimas. Los equipos no tienen estadios, los salarios se retrasan, la organización de las participaciones internacionales tanto de la Selección Nacional como de nuestros equipos es pésima. Y para colmo está la vergüenza de los amaños.

En los Setenta yo vi jugar en el Cuscatlán a los mejores equipos de Suramérica; al Borussia, campeón de Europa y al Victoria campeón de Portugal. Antes mi papá había visto en el Flor Blanca al Santos de Pelé, campeón de Brasil y al Chelsea, campeón de Inglaterra. Ahora para ver a un buen rival de los nuestros hay que ir a Estados Unidos.

Verdaderamente no dan ganas de ir a un estadio y pagar caro para ver un pobre espec- táculo y encima encontrar al regreso con que te han robado el radio del carro.

El problema de nuestro fútbol es de organización, planificación y falta de transparencia. Y sobre todo de visión y ambición. Las grandes empresas, del gobierno mejor ni hablo, deberían tomar cartas en el asunto como responsabilidad social empresarial y a lo mejor también como negocio.

* Columnista de El Diario de Hoy. marvingaleasp@hotmail.com