Capitán del alma

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16 abril 2014

Casi a finales de 1942, Víctor Frankl, su esposa y sus padres fueron arrestados por la Gestapo y enviados a un campo de concentración. Allí, Frankl y su familia, como millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, fueron sometidos a las más duras pruebas: torturas, trabajos forzados, hambre, frío, humillaciones.

La esposa, los padres y un hermano de Víctor Frankl murieron en la cámara de gas en los primeros meses del cautiverio. Él mismo no sabía si sobreviviría el próximo minuto. Día a día veía cómo cadáveres y cenizas eran enterrados en fosas comunes. Esa fue su realidad durante cuatro años. Un entorno como para partirle el alma al más duro, pero no a este psiquiatra austríaco quien, en tales condiciones, le encontró sentido a la vida.

¿Cómo superó semejante adversidad? El especialista en liderazgo, Stephen Covey, lo relata: "Un día, desnudo y solo en una pequeña celda, comenzó a tomar conciencia de lo que denominó La Libertad Última que sus carceleros no podían quitarle. Podían controlar todo su ambiente, hacer lo que quisieran con su cuerpo, pero Frankl era un ser autoconsciente capaz de observar su propia participación en los hechos. Aprendió a elegir de qué modo podía afectarle todo aquello".

Se aferró a la vida. Asumió que tenía la misión de resistir para contar al mundo, en algún momento, su testimonio y lo que había aprendido para crecer como ser humano y superar la más negra adversidad. Durante las noches, desnudo en el piso de la celda, se imaginaba a sí mismo en grandes auditorios ofreciendo conferencias sobre su experiencia o escribiendo libros sobre psiquiatría o simplemente paseando por un bosque.

Con la imaginación y la visualización de su misión ejercitaba su libertad interior, la más grande que todo ser humano tiene. Y esa libertad creció hasta ser infinitamente superior a sus verdugos. Ellos aparentemente podían hacer lo que querían pero sus mentes estaban atrapadas en aquella degradación moral que los rebajaba al grado de animales.

Víctor Frankl se las arregló para ayudar a sus compañeros a encontrar dignidad y esperanza en medio del espanto. Se convirtió en un ejemplo, incluso, hasta para algunos de los carceleros. Fue liberado el 27 de abril de 1945 por el ejército de los Estados Unidos. Y efectivamente, ya en libertad y por largos años hasta su muerte en 1997, dio centenares de conferencias sobre lo vivido. Desarrolló, a partir de su experiencia la Logoterapia, una exitosa forma de psicoterapia que se basa en la voluntad de llevar a cabo una misión en la vida.

Uno no puede decidir sobre cuestiones como los desastres naturales o las ofensas de otros. Pero sí podemos libremente elegir la actitud que tomaremos frente a cualquier circunstancia. Esa libertad es uno de los más grandes dones dados al ser humano. Y sin embargo hay muchas personas prisioneras de sus circunstancias. Si el día está sombrío se ponen tristes. Si alguien los ofende se llenan de ira. Se derrumban ante cualquier atisbo de infortunio.

Tener conciencia de la libertad de elegir nuestras reacciones y acciones, nos proporciona una independencia individual y una certeza en nuestras vidas que nadie nos puede quitar. Tener conciencia moral de esa libertad última nos hace disfrutar en los días tranquilos y nos da fortaleza para afrontar con serenidad los infortunios de la vida.

Nelson Mandela y Victor Frankl, en similares circunstancias encarnaron aquellos versos escritos por Ernest Henley: "Más allá de la noche que me cubre/ negra como el abismo insondable/ doy gracias a los dioses que pudieran existir/ por mi alma invicta.

"En las azarosas garras de las circunstancias/ nunca me he lamentado, ni he pestañado./ Sometido a los golpes del destino,/ mi cabeza esta ensangrentada, pero erguida./ Más allá de este lugar de cólera y lágrimas,/ donde yace el Horror de la Sombra,/ la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

"No importa cuán estrecho sea el camino,/ cuán cargada de castigo la sentencia,/ soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma".

* Columnista de El Diario de Hoy.

marvingaleasp@hotmail.com