Argentina quiere volver al mundo

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24 abril 2014

Hace un par de días el Senado argentino aprobó el pago de 5 mil millones de dólares por el 51 por ciento de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), que el gobierno de Cristina de Kirchner expropió hace dos años a la empresa española Repsol. La aprobación tenía un sentido de urgencia porque la presidenta, que había negociado el precio con Repsol, había prometido que el pago se haría antes del primero de mayo.

La razón de esta urgencia es que Argentina tiene que volver al mundo financiero internacional, y no podrá hacerlo si no paga sus obligaciones internacionales.

La separación de Argentina del mundo financiero exterior se produjo inicialmente como consecuencia de su decisión en 2001 de dejar de pagar su deuda externa en bonos, que en ese momento alcanzaba la suma de 93 mil millones de dólares. Inicialmente Argentina no hizo nada excepto no pagar. Por supuesto, no tenía acceso a los mercados internacionales porque nadie le prestaba en esos mercados. Esto más, si alguien decidía hacerlo, el dinero no llegaría a Argentina, los acreedores tenían juicios en cientos de tribunales que hubieran interceptado los fondos para pagarles a ellos. Argentina en esos años no tenía acceso al crédito externo y tuvo que sobrevivir, creciendo muy lentamente, sin dicho acceso.

En 2005, el gobierno hizo ofertas de pago a los tenedores de la deuda, cambiando los bonos en circulación por nuevos bonos con valores nominales muy por debajo de los originales. Esto causó gran indignación, pero entre esa oferta y una subsecuente el gobierno logró cambiar el 93 por ciento de los bonos originales. El 7 por ciento restante, sin embargo, no aceptó los términos y mantuvo sus denuncias contra Argentina, por lo que ésta siguió sin tener acceso a tomar dinero prestado internacionalmente.

Argentina tuvo entonces una suerte inmensa: los productos primarios entraron en un gran boom, por lo que sus exportaciones y sus ingreso fiscales subieron espectacularmente, de modo que no necesitaba tomar dinero prestado en los mercados internacionales. Además, su amigo Hugo Chávez, le prestó la mitad del dinero que necesitaba para pagarle al Fondo Monetario Internacional (FMI) 9.5 mil millones de dólares que le debía. Lo hizo porque el FMI le estaba exigiendo que llegara a un acuerdo con los tenedores de bonos inconformes. Todo parecía ideal. No había acceso a los mercados, pero Argentina no lo necesitaba.

Con el tiempo, sin embargo, los precios de los productos primarios bajaron y el gobierno se enfrentó a una escasez creciente de recursos, especialmente dólares. Impuso controles de cambios para evitar que la gente sacara dólares del país, y expropió los fondos de pensiones. Esto le dio un respiro pero muy corto. Ahora cada vez más Argentina necesita salir a los mercados y tomar dinero prestado de ellos. Pero había dos problemas para hacerlo. Uno, tiene que llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos originales. Dos, Cristina Kirchner, en un arrebato, había expropiado a Repsol e, igual a como fue con los bonos en la década pasada, no mostraba ningún interés por pagar. Este problema se arregla con el pago de los 5 mil millones. Inmediatamente al pago, Repsol retirará 28 juicios que le tiene abiertos a Argentina en varios países.

El otro problema que le queda es más espinoso, porque los tenedores de bonos originales pueden bloquear indefinidamente el acceso de Argentina al crédito internacional, mientras que Argentina necesita ese acceso cada vez con más urgencia.

Así, el mercado y las instituciones legales internacionales están enseñando al gobierno argentino que es mejor pagar las deudas, si no por razones morales, por razones puramente pragmáticas.

*Máster en Economía,

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.