Testimonial de Pascal Drouhaud/ Notre Dame de París : ¿una movilización salvadora?

Es el pueblo que salió a las calles, en silencio, sin rencor, manifestando su compasión y tristeza y con mucha dignidad este Lunes 15 de Abril de 2019, cerca de una Catedral en llamas.

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16 April 2019

Consternación. Estupefacción. Tristeza. Asombro. Las palabras no faltan para llevar testimonio del sentimiento general que tomó París, este Lunes 15 de Abril de 2019, después del terrible incendio que devastó el monumento tan emblemático de la capital francesa y de una cristiandad universal y abierta a todos.

Durante cuatro horas, de la primera alerta al fuego a las 6 :30 p.m. a las primeras llamas en las estructuras de madera del techo de la Catedral hasta la medianoche, el drama ganó a París: Notre Dame estaba, por primera vez en su historia de 850 años, devorada por las llamas.

Por cierto, nunca desde las primeras obras en 1163 hasta la finalización de su construcción en 1463, la Catedral había sido confrontada al fuego. Y no le faltaron los desafíos, los ataques, las violaciones a raíz de su existencia tanto como los momentos de gloria: en 1239, el rey San Luis, regresando de las Cruzadas, trajo de Constantinopla y depositó en la Catedral la Santa Corona de Espinas de Cristo. En 1455 el juicio en rehabilitación de Juana de Arco, que había sido crucificada en la hoguera 24 años antes, durante la famosa “Guerra de los Cien Años”.

La Catedral sobrevivió a la Revolución Francesa, cuando unos querían destruirla viendo a través de ella el símbolo del antiguo régimen. Napoleón I fue coronado Emperador en 1804. El renacer del monumento fue en realidad relacionado con Víctor Hugo, que escribió en 1831 la famosa novela “Notre Dame de París”, dando a través del romanticismo una nueva fuerza a la Catedral: Qasimodo y Esmeralda le dieron cara y rostro, figuras y vida. Fue entonces rehabilitada y restaurada a partir de 1844 y bajo el reinado del Emperador Napoleón III (1852-1870).

Durante la Liberación de París, el 26 de agosto de 1944, fue ella la que acogió el General De Gaulle, que saludó el renacer de París asistiendo al primer “Magnificat” celebrado en una París liberada del yugo del invasor nazi. La Catedral atendió desde entonces los actos fundadores de la historia de la República Francesa y fue incorporada al patrimonio mundial de la humanidad en 1991, por la fuerza del símbolo, la carga de la historia y la identidad que lleva este monumento. Es un sitio muy religioso, que recuerda cuando Francia era calificada de “Hija Mayor de la Iglesia”. Pero simbolizó también, a través de los años, la voluntad de sobrevivir. Fue el sitio acogedor que recibió al General De Gaulle en el famoso mes glorioso de la Liberación de 1944, cuando ahí saludó a un “París martirizado pero un París Liberado”. Se convirtió en el símbolo de una Francia moderna, diversa pero que se reconoce en ella, tanto como el mundo, siendo el monumento más visitado de Europa con más de 13 millones de personas al año.

Esta carga surgió en medio del fuego, cuando el pueblo de París y sus amigos del mundo salieron a las calles del centro de París, sea la “Isla San Luis” o la “Isla de la Cité”, en los puentes del Sena, en las ventanas de los edificios y balcones, para constatar la gravedad del incendio.

Lo que más se podía notar era el silencio que reinaba en medio de la gente. Silencio, tristeza, impotencia ante estas llamas que devoraron a Notre Dame y la carpintería del siglo XIII. Los bomberos han sido heroicos, como siempre en estas horas extremas, luchando para salvar un monumento que, de poco a poco se caía, según dijeron oficiales hoy en día. El agua y el fuego son los enemigos de la madera, pero también de las piedras.

¿Cómo pudo pasar acto tan triste y grave? De inmediato, preguntas aparecían: ¿cómo es posible ?¿Será un accidente ? Una investigación judicial está abierta y se orienta hacia un incendio accidental. La Catedral está desde hace poco en vía de restauración. Por cierto, París recibirá en 2024 los Juegos Olímpicos y Para-olímpicos y busca vestirse de joyas para esta fecha emblemática.

Y cuán difícil es cuando el malestar social y reivindicaciones en materia de justicia fiscal aparecen, a través de las manifestaciones de “los chalecos amarillos”, muchas veces desbordados: en el final de 2018 una parte de galerías del propio Arco de Triunfo sufrió destrozos; los Campos Elíseos, en marzo pasado, enfrentó ataques contra tiendas o sitios famosos como el restaurante “Fouquet’s”. Y tampoco olvidemos los trágicos eventos de noviembre de 2015, cuando París sufrió atentados con más de 130 víctimas inocentes. Meses antes, en enero de 2015, toda la redacción del periódico satírico “Charlie hebdo” fue asesinada por terroristas de Daesh-Isis.

Estos golpes contra el tejido nacional y social del país han creado interrogantes en la sociedad francesa. ¿Quiénes somos ? ¿Cuál es nuestra identidad? ¿Quiénes somos en una Europa amplia, en un mundo globalizado ? ¿Qué significa ser cristiano en una sociedad compleja, multicultural y contando varias religiones? ¿Cómo responder a los desafíos de la tensión regional? Todas estas preguntas han generado desde pocos años un debate público grande, donde finalmente surgen pedidos y exigencias de justicia social, de fronteras, pero a la vez una voluntad en ir en adelante, pero también en recordar sus raíces, en el respeto de su identidad.

Es el pueblo que salió a las calles, en silencio, sin rencor, manifestando su compasión y tristeza y con mucha dignidad este Lunes 15 de Abril de 2019, cerca de una Catedral en llamas. No sé si lo querían decir a los demás, pero sí, entendí que cada testigo y cada persona presente quería recordarse quién era, estando alrededor de un monumento que desde siglos ilustra las etapas, las convulsiones, los momentos de felicidad de la Nación Francesa. Y a través de este movimiento espontáneo tomaban conciencia de la responsabilidad y ejemplaridad que generaba Notre Dame de París.

El simbolismo también fue grande : en medio de las llamas, Notre Dame parecía ceder pero sin romperse. Podíamos interpretar el drama como una forma de sacrificio, pero un sacrificio en esta Pascua de 2019 que llevaba una dimensión purificadora.

Y qué mejor ilustración que la realidad política del momento: mientras el fuego ganaba la Catedral, el Presidente francés, Emmanuel Macron, tenía que hablar a sus compatriotas en una alocución oficial. Quería dar a conocer sus decisiones al final del gran debate nacional que abrió desde el principio del año, reaccionando a las reivindicaciones de los “chalecos amarillos”que toman las calles de las ciudades del país cada fin de semana desde hace varios meses.

Se esperaba todo el día el anuncio de medidas sociales, financieras e institucionales, presentadas como una nueva etapa para el periodo presidencial de Macron.

El incendio, que rápidamente apareció como un evento de primera importancia, obligó al Presidente a posponer su alocución. Cuando apareció al pie de la Catedral en dos ocasiones, en la noche, hizo un llamado a la unidad nacional, a una nueva movilización del país para que, a pesar de las dificultades del momento, una vez más, como siempre lo supo mostrar en su historia, se pudiera levantar de nuevo y renacer.

La noticia de la movilización de los donativos hoy en día, unas horas después del drama, es impactante: ya son más de 700 millones de euros recaudados para la reconstrucción. Empresas, grandes fortunas francesas como los son las familias Pinault, Arnault, Bettencourt, han aportado centenas de millones en un gesto fuerte, a la par de la suscripción nacional abierta desde la mañana del martes 16 de abril, donde cualquier persona puede aportar lo que quiera, lo que pueda.

Esta suscripción es el último resultado del simbolismo del dolor de Notre Dame de París, que, a pesar de las destrucciones, puede volverse en una nueva oportunidad de renacer para una Francia que está buscándose en este Siglo XXI.

Político y diplomático francés, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN), amigo de El Salvador.