Los dos caminos hacia el nuevo gabinete

El Salvador necesita personas responsables, con suficiente valor como para hacerle frente a la realidad que aqueja a la ciudadanía. El país, en el estado en el que se encuentra, no aguanta cinco años con leguleyos y oportunistas al frente de instituciones clave para el desarrollo económico y social.

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09 April 2019

Sin duda, superar el complicado estado en el que se encuentra el país es un gran desafío. Las personas que sean designadas como funcionarios del próximo gobierno cargarán sobre sus hombros una gran responsabilidad. No tendrán espacio para equivocarse. El Salvador difícilmente puede enfrentar un ápice más de deterioro. Ninguno podrá darse el lujo, como lo han hecho muchos en el pasado, de probar soluciones basadas en intuiciones, corazonadas o dogmas ideológicos. Tampoco podrán exponer a la ciudadanía a las desastrosas consecuencias de experimentos descabellados, ideados por leguleyos o burócratas irresponsables.

Aún no se sabe con certeza quiénes se harán cargo de esta responsabilidad. Nayib Bukele, presidente electo, no ha revelado quiénes formarán parte de su equipo de trabajo en las áreas más delicadas de su gobierno. Muchos actores nacionales y hasta representantes de misiones diplomáticas han destacado la importancia de nombrar a personas competentes, preparadas y profesionales. Todos, sin excepción, han advertido que, si los puestos más sensibles se reparten entre los voceros y socios más visibles de Bukele, las repercusiones serían fatales.

Estas opiniones han elevado las expectativas de los salvadoreños aún más. La idea de que el gabinete reúna a los mejores profesionales fue plantada en la mente de la ciudadanía durante la campaña. Todos los candidatos hicieron alusión a la necesidad de contar con gente capaz. Las opiniones recientes solamente han servido como recordatorio de lo que todos los candidatos prometieron, con diferente intensidad y compromiso, durante la campaña presidencial. Una de las estrategias electorales de Bukele fue, precisamente, criticar el clientelismo. Por ejemplo, reprochó, en más de una ocasión, que el FMLN utilizó al Estado para darle trabajo a sus dirigentes y militantes, ubicándolos en posiciones por ser leales, aunque fuesen técnica y profesionalmente incapaces. El costo que asumiría el nuevo gobierno si decide no alejarse de esta práctica, sería grande.

Algunos de los nombres que suenan como posibles funcionarios para el área de seguridad en el próximo gobierno causan entusiasmo y esperanza, otros desilusión y pesimismo. Algunas de las personas que se perfilan para ocupar puestos dentro del aparato de seguridad gubernamental tienen el temple, valor y honestidad de discutir con franqueza que parte significativa del territorio nacional está controlado por las pandillas. Estos profesionales no tendrían problema en aceptar que el panorama que pintan las autoridades actuales es ficticio y buscar soluciones desde perspectivas técnicas y académicas. Por ejemplo, estoy seguro de que escucharían con interés las lecturas del movimiento interdisciplinario internacional que se enfoca en el análisis de la organización, funcionamiento e interacción de pseudo gobiernos paralelos, establecidos por grupos delincuenciales que explotan la ausencia o debilidad del Estado para usurpar su poder, control e influencia. Los otros integrantes de la lista, no obstante, seguirán cerrados en discursos y abordajes políticos, populistas y mentirosos.

El Salvador necesita personas responsables, con suficiente valor como para hacerle frente a la realidad que aqueja a la ciudadanía. El país, en el estado en el que se encuentra, no aguanta cinco años con leguleyos y oportunistas al frente de instituciones clave para el desarrollo económico y social. Requerimos de funcionarios que discutan de forma honesta las crisis que enfrentamos con diferentes actores nacionales para encontrar e implementar soluciones de forma conjunta.

Estamos ante una coyuntura crítica. El escenario plantea dos caminos. Uno en el que el nuevo gobierno se ve tentado a perpetuar errores del pasado y, el otro más sensible, en el que la trayectoria, personalidad y preparación de los individuos son el criterio central para la selección de funcionarios. Es importante no quitar el dedo de este tema para que el segundo camino sea la opción más atractiva.

Criminólogo

@_carlos_ponce