Apostémosle a elevar el nivel de la investigación

Hay espacio para avanzar en la exploración académica del delito. Aún falta mucho por comprender. Para avanzar en nuestro conocimiento necesitamos llevar los estudios a los elevados estándares internacionales, empleando técnicas y marcos conceptuales de vanguardia.

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20 March 2019

He escuchado a algunas personas, incluso analistas, asegurar que la situación delincuencial del país está “sobre-diagnósticada” y desestimar la importancia de continuar estudiándola. Según su apreciación, existe suficiente conocimiento científico-académico sobre el criminal en El Salvador para formular políticas públicas efectivas y eficientes. No estoy de acuerdo con esa postura. En principio, cualquier académico responsable refutará cualquier argumento que sostenga que ya sabemos todo lo que necesitamos saber sobre un tema en particular. La historia ha demostrado que siempre hay espacio para avanzar en el conocimiento. Es cierto que hay muchos estudios sobre delincuencia en nuestro país y que presentan resultados interesantes, pero difícilmente se puede afirmar que debemos conformarnos con lo que plantean.

En mi opinión, hay mucho que no hemos logrado entender. Para lograrlo necesitamos que la investigación académica del delito avance en el país. Actualmente, la mayoría de los estudios son de corte descriptivo. Son pocas las investigaciones que van más allá de calcular porcentajes o tasas. Hay mucho espacio para refinar la forma en que se estudia y se interpretan los resultados.

Sin duda, se ha llegado a consensos importantes sobre temas de relevancia, pero hasta allí. Estos consensos deben de servir como base para exploraciones más rigurosas y profundas, que nos ayuden a comprender mejor los problemas para abordarlos de forma más efectiva. Por ejemplo, después algún tiempo de que algunos introdujéramos el tema, parece que hay ya un amplio consenso en diferentes estudios sobre la evolución de las pandillas en El Salvador. Sin embargo, no hay investigaciones empíricas que estudien o hayan estudiado este cambio a la luz de las teorías evolutivas, examinando las particularidades endógenas y exógenas que permitieron la transformación de dichos grupos. Tampoco entendemos con certeza la mecánica de la evolución, cómo se modificó el orden e interacción social de las pandillas. Debemos trascender los análisis anecdóticos para comprender mejor esto.

Además, debemos entender mejor el estado actual de las pandillas para lograr formular abordajes adecuados. No hay investigaciones en las que se analice, por ejemplo, cómo se interrelacionan las diferentes estructuras que forman las pandillas y cómo esto se relaciona a su capacidad para adaptarse y superar externalidades. Indudablemente, comprender el rol de la organización y jerarquía de dichos grupos, basados en los postulados teóricos correspondientes, arrojará importantes insumos para poder darles tratamiento.

Las extorsiones es otro tema que debemos comprender de mejor forma para prevenirlo y erradicarlo. Hay diversas investigaciones internacionales que han investigado este delito desde la teoría de juegos. El país presenta el escenario idóneo para complementar esos estudios con indagaciones empíricas que ayuden a mejorar nuestra comprensión de los extorsionistas y la extorsión. Podemos entender de mejor forma, por ejemplo, cómo los extorsionistas toman decisiones, considerando las premisas teóricas correspondientes.

Las desapariciones también son otro tópico en el que se necesita profundizar. Hasta ahora no hay investigaciones que vayan más allá de calcular tasas y porcentajes. Es necesario aplicar técnicas de estudio más rigurosas que permitan interpretar de mejor forma aglomeraciones espaciales y temporales en un contexto teórico y empírico más amplio.

Hay espacio para avanzar en la exploración académica del delito. Aún falta mucho por comprender. Para avanzar en nuestro conocimiento necesitamos llevar los estudios a los elevados estándares internacionales, empleando técnicas y marcos conceptuales de vanguardia. El Salvador tiene el potencial de contribuir al conocimiento criminológico mundial, expandiendo y refinando preceptos teóricos y metodologías investigativas. Apuntémosle a eso. Así lograremos pasar de políticas públicas antojadizas a políticas públicas basadas en evidencia empírica.

Criminólogo@_carlos_ponce