Luis Carlos

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12 March 2019

Espero, con todo mi corazón, que cuando usted lea estas líneas, ya estén desactualizadas.

La tarde del lunes, el régimen criminal de Nicolás Maduro detuvo al periodista y defensor de derechos humanos Luis Carlos Díaz. Durante unas horas lo mantuvieron desaparecido, presuntamente en una sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia, y luego allanaron su casa.

En el allanamiento, según relata el sindicato de trabajadores de prensa, Luis Carlos admitió que había sido golpeado. Ahí le fueron robadas computadoras, discos duros, celulares y hasta dinero. La espuria, estúpida y absurda acusación del régimen es que el periodista ha participado en el boicot al sistema eléctrico del país sudamericano, tras largas horas de apagones en los últimos días.

Estas son excusas de un régimen más desesperado por detener el flujo de información sobre sus constantes abusos que fijado en atender las causas y las horribles consecuencias de su ineptitud y su corrupción.

Mientras escribo estas líneas, Luis Carlos permanece capturado, pero espero desde el fondo de mi corazón que cuando usted lo lea tengamos noticias diferentes. Que él esté de vuelta en las calles de su amada Caracas, la cual se ha rehusado a abandonar pese a tener múltiples oportunidades de hacerlo. Espero, honestamente, que cuando esto aparezca publicado, Luis Carlos esté de regreso en su trinchera favorita, la de mantener a los venezolanos y al mundo informados y conectados con una realidad horrible, que solo se puede vencer si se empieza por difundir.

A veces conversamos con Luis Carlos a título personal, principalmente para saber qué está sucediendo en su país. Sin embargo, fue en febrero de 2017 cuando tuvimos la última plática formal que salió publicada en las páginas de este medio. En ese momento, selló la conversación con palabras lapidaria: “El venezolano está desnutrido de información”.

Al pensar en la crisis que vive su país, es inevitable imaginar la miseria que viven. Hay vídeos de jóvenes que corren detrás de camiones de basura buscando un poco de comida. Hay escasez de medicinas y, según nos dijo hace unos días la líder opositora María Corina Machado, niños están muriendo de enfermedades que se erradicaron hace décadas en el resto del continente.

Pero no solo eso les afecta. El régimen también los tiene en la oscuridad. Mientras cientos de miles de valientes se enfrentaban a la bota represiva del chavismo en las calles de Caracas en 2017, por ejemplo, las televisoras estatales mostraban a Maduro bailando salsa y celebrando los inexistentes triunfos de su estructura de corruptos y achichincles.

Lo que Luis Carlos nos dijo en 2017 sigue vigente. Venezuela muere de hambre de información. Son personas como él las que hacen un esfuerzo titánico por vencer los cercos de propaganda y represión, y por esta misión de concientizar a un pueblo y motivarlo a resistir, han pagado un precio.

Conozco a Luis Carlos y sé que cuando esté de vuelta en su querida cabina de radio o preparando un guión con su esposa, la también periodista Naky Soto, seguirá con la frente en alto. Él tiene una mente inquieta y seguirá aportando su granito de arena en el derrumbe de la dictadura que empobrece y desangra a Venezuela.

Cuando Maduro y sus secuaces estén fuera del poder, Luis Carlos podrá hacer suyas las palabras del valiente periodista ecuatoriano Juan Montalvo, quien al motivar la caída de un dictador en su país en 1875, dijo con orgullo: “Mi pluma lo mató”. En este caso, su micrófono.

Gracias Luis Carlos por defender la libertad y la dignidad de Venezuela y mantenerla informada y conectada. Pronto recobrarás tu libertad. Espero, de corazón, que eso suceda antes que esto salga publicado y parte de esta columna esté desactualizada.

Analista político @docAvelar