Devuelvan lo aprendido

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28 February 2019

Luis López-Portillo

La forma de operar de ARENA y el FMLN ha caducado. Aunque sea evidente para la mayoría, es naturalmente difícil para sus miembros aceptarlo. La evidencia muestra que ya no funciona la rigidez ideológica anclada en la Guerra Fría, ni el esquema electoral de intereses económicos que se ha podrido tanto.

No es evidente cuando se interponen los egos y los intereses personales. Es normal resistirme a cambiar algo que no funciona pero me beneficia.

Es complicado el cambio cuando reina el miedo a perder lo que se percibe como “seguro” y “probado”. Cambiar tradiciones activa la natural resistencia del cerebro humano, diseñado para la sobrevivencia y condicionado a resistirse por la fuerza química de la costumbre y su falsa ilusión de seguridad.

Lo que se ve en política no es muy diferente a lo que se observa en toda organización. El cambio es difícil en las empresas, en las familias, en las gremiales, ya no se diga en un país. Hay quienes todavía piensan en colones.

La resistencia al cambio es el default neurológico esperado en cualquier persona. Para nuestro cerebro primitivo, el cambio equivale a peligro de extinción, pero racionalmente hablando, no cambiar es el camino a la extinción.

Invito a ver lo positivo del momento que estamos viviendo: hay lecciones que aprender. A todos nos vendría bien salir de nuestra zona de confort. A todos nos vendría bien cuestionar viejos paradigmas, desafiar tradiciones y perder el miedo a romper con nocivas costumbres que nos encadenan al pasado. A todos nos vendría bien una buena dosis de innovación, comenzando por sacudirnos un poco de rigidez mental. A todos nos vendría bien “devolver lo aprendido”. En otras palabras, desaprender. Urge abrir la mente y atrevernos a descubrir nuevas formas de hacer lo que hacemos.

Lo que creemos que sabemos puede estar haciéndonos daño o limitándonos para crecer. Abandonar la seguridad de “lo viejo conocido” y encontrar nuevas formas de hacer las cosas genera miedo. Sin embargo, ese es el reto esencial del cambio: sentir el miedo y hacerlo de todos modos.

A todos nos cuesta el cambio porque se altera la seguridad neuroquímica que mantiene en calma al cerebro cuando estamos haciendo lo que siempre hemos hecho. La incertidumbre del cambio asusta y por eso la química cerebral nos condiciona a evitarlo. Por eso es difícil el cambio y es difícil desaprender.

La rigidez ideológica le ha hecho mucho daño a la política, y la rigidez mental en general nos está haciendo daño a todos. Nos vendría bien flexibilizar esquemas mentales para reinventarnos. Esto aplica a gremiales, medios, personas, oposición, universidades, ONG y empresas de todo tamaño.

Podemos apoyarnos en la tecnología, pero la innovación no siempre está allí. Por lo general está en la mente. La innovación nace en nuestra forma de pensar, en nuestra forma de ver las cosas. Parafraseando a Marcel Proust, no se trata de cambiar el paisaje, sino la forma de mirar el mismo paisaje. Esa es la esencia de la innovación que abre nuevas posibilidades de desarrollo y crecimiento.

A nuestro país le hace falta menos gente quejándose y más gente innovando, menos gente soberbia y más gente con alta inteligencia emocional. Los últimos eventos nos deben sacar de la arrogancia de creer dogmáticamente que sabemos cómo funcionan las cosas. Evidentemente, mucho está cambiando.

Especialista en

cambio organizacional