Hacer historia

descripción de la imagen
Luis Mario Rodríguez. Foto EDH/ Menly Cortez

Por

13 February 2019

Varios de los medios más importantes del mundo dieron una amplia cobertura a los resultados electorales del 3 de febrero. En el pasado reciente las elecciones no llamaron la atención de la prensa extranjera. Ni siquiera pasó cuando llegó la alternancia en 2009 y el FMLN alcanzó por primera vez el poder. Las novedades en esta ocasión son la irrupción de una tercera fuerza, distinta a las que predominaron desde el acuerdo de paz, y el perfil del presidente electo. El Washington Post, la BBC News, CNN en español, El Clarín de Argentina, El País y El Mundo, ambos de España, la prestigiosa revista Foreign Policy e influyentes pensadores de la región como Carlos Alberto Montaner y Daniel Zovatto destacan que Nayib Bukele es un “outsider”, lo elogian por terminar con el “bipartidismo” instaurado desde el acuerdo de paz, reconocen que ganó porque supo capitalizar a su favor la ola de descontento que recorre América Latina en contra de los partidos tradicionales e identifican a la habilidad para hacer coaliciones con los grupos parlamentarios de los dos grandes partidos como su desafío más importante en el corto plazo.

El Presidente electo también recibió mensajes de congresistas republicanos y demócratas de los Estados Unidos, celebró una extensa reunión con la Embajadora Jean Manes y entabló contacto con la Subsecretaria Adjunta del Departamento de Estado, Kimberly Breier, y el Asesor de Seguridad Nacional del presidente Trump, John Bolton. El representante de la Unión Europea en El Salvador, Andreu Bassols, ofreció el respaldo de este estratégico grupo de países, y Luis Alberto Moreno, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), expresó su total disposición para trabajar en proyectos que promuevan el crecimiento económico y el progreso social.

Bien utilizado, el entusiasmo internacional puede obrar a favor del nuevo gobierno. En primer lugar se abre un espacio para replantear la agenda migratoria con la Casa Blanca y con el Congreso de los Estados Unidos. La posibilidad que en septiembre de este año retornen más de 200, 000 salvadoreños beneficiarios del TPS si prospera la apelación del Departamento de Justicia sobre la orden de un juez federal que detuvo la deportación de centenares de miles de inmigrantes, agravaría los problemas de seguridad y engrosaría las filas del desempleo en El Salvador. La posición del Presidente electo sobre la situación política de Venezuela y Nicaragua, desconociendo a Maduro como gobernante de la República Bolivariana y criticando duramente al régimen de Ortega, suma a la buena relación con la nación norteamericana que Bukele llamó “el aliado natural más importante”.

Por otra parte, el próximo inquilino de Casa Presidencial debe aprovechar el furor internacional que causó su abultado triunfo para delinear su agenda de atracción de inversiones. Destaca en este punto el nombramiento del presidente de Proesa, los miembros de su gabinete económico y la persona que ocupará el cargo de Canciller de la República. Como candidato, Nayib Bukele habló de insertar a El Salvador en la Cuarta Revolución Industrial, y su compañero de fórmula, Félix Ulloa, ahora vicepresidente electo, se refirió con agrado a la posibilidad de que el país inicie el camino para integrar la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Chile, México y Colombia son los tres primeros estados latinoamericanos en cumplir las normas y los estándares exigidos por la OCDE, Costa Rica recibió la aceptación para iniciar el proceso de adhesión, y Argentina, Brasil y Perú han sometido su respectiva solicitud.

El “halo” de legitimidad en el extranjero le permite al mandatario electo tocar las puertas de los organismos financieros internacionales, de las agencias de promoción de inversión de varias de las naciones más desarrolladas del mundo, de los centros de pensamiento más relevantes en América Latina, Estados Unidos y Europa, todo con la finalidad de mantener el interés de la comunidad internacional en la que, analistas de gran prestigio, han calificado como “una nueva etapa para El Salvador”.

Si el Presidente se desgasta prolongando más allá de lo razonable el regocijo de la victoria, restregándosela a sus opositores sin considerar el sitio que éstos ocupan en un sistema democrático, donde junto a los frenos y contrapesos se equilibra el poder, advirtiéndoles además que perderán su cargo si no aprueban los proyectos que vengan del Ejecutivo, y no se sirve del enorme capital político que le otorgaron los votantes en las urnas para fortalecer el diálogo con todos los sectores, la oportunidad de “hacer historia” se irá diluyendo poco a poco.

Recientemente Gabriela Warkentin, mexicana, articulista en el diario El País, en alusión a AMLO, escribió una columna titulada “El presidente no tiene quien le conteste”. Warkentin dijo que “las voces opositoras o críticas solo se han sabido articular desde el enojo y los panoramas lúgubres”. La crítica vendrá cuando tenga que venir; mientras tanto, lo correcto es animar al Presidente para que haga bien su trabajo. No, no es lisonja, es patriotismo y el deseo compartido de conseguir el tan ansiado desarrollo.

Doctor en Derecho y politólogo