Ni ARENA ni el FMLN

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04 February 2019

El 3 de febrero de 2019, parafraseando su eslogan, “hicieron historia”. Nayib Bukele y el partido Gran Alianza por la Unidad Nacional lograron una alternancia histórica: el FMLN entregará el poder y ARENA no volverá a tenerlo. Por primera vez después de los Acuerdos de Paz, una fuerza política distinta a estos dos dirigirá la Presidencia de la República de El Salvador. Con ello, la ciudadanía demostró su rechazo a la política tradicional y los fantasmas que la acompañan.

El mensaje de los votantes ha sido claro: ni ARENA ni el FMLN. El voto duro de los partidos tradicionales no acudió a las urnas, pues solo hubo una participación del 50.26 % del padrón electoral, cuando históricamente en las presidenciales han tenido una participación promedio del 55 % de los habilitados para votar, llegando a un máximo de 67 % en 2004. Muchos de los que acudieron, descontentos con la política tradicional, optaron por dar un salto al vacío, invocando al beneficio de la duda. Ni ARENA ni el FMLN.

Esta muestra de rechazo tiene múltiples factores: la incapacidad de reconocer los errores cometidos por los gobiernos anteriores, el descontento con las dirigencias de los partidos, la soberbia de algunos miembros de creer que hacen las cosas bien y no capitalizar la crítica, la inseguridad, la falta de empleo, la deficiente calidad de servicios públicos tan importantes como salud y educación, la falta de oportunidades y la desesperanza. No se preocuparon por mejorar el día a día de sus ciudadanos cuando gobernaron. Les importó más proteger sus intereses y aferrarse al poder. La gente se cansó de promesas incumplidas y prefirió por optar por un tercero que supo exponer las debilidades de sus rivales.

Ambos partidos intentaron explotar la imagen de sus candidatos y alejarla del desgaste que tanto ARENA como el FMLN han sufrido en los últimos veinte años. Pero esto fue insuficiente. El buen —o no tan desgastado— perfil que éstos tuvieron no alcanzó para convencer al electorado. Esto pasa cuando las candidaturas son sostenidas por dos partidos que tienen a la cabeza personas que se percibe que solo defienden sus intereses y se han negado a la renovación. Hoy más que nunca es urgente apelar a la limpieza interna y democratización al interior de estos partidos políticos.

Los liderazgos de ARENA y el FMLN tienen que ganarse con base en la victoria de las propias ideas. Se debe abrir espacio a personas que generen apoyos internos y externos, así como una correlación de fuerzas que se fundamente en el diálogo. Las dirigencias de los partidos no pueden seguir la línea de reservar los espacios únicamente a los elegidos, a los históricos, a los pura raza, a los que sudaron la camiseta o a los aristócratas de este país. Tienen que volverse instituciones plurales en toda su estructura.

Los anteriores personajes son, en buena medida, personas o sectores que buscan defender sus intereses. Es urgente que los partidos se abran a quienes desean participar y tengan una ideología política compatible y desarrollada, con principios y valores de acuerdo a la misma, con carisma y liderazgo. Estos partidos deben democratizarse internamente si no quieren desaparecer.

Las dirigencias de ARENA y el FMLN deberían renunciar a la brevedad si quieren que sus partidos se mantengan con vida para las elecciones legislativas de 2021. Dejen los espacios a nuevos liderazgos. Negarse a la renovación significa que están dispuestos a asumir la posibilidad de que El Salvador sea la tumba donde sus partidos terminarán.

Abogada