A hombros de gigantes

descripción de la imagen

Por

20 January 2019

El Libro “A Hombros de Gigantes”, escrito por Stephen Hawking, tan grueso como una almohada, ocupa un lugar privilegiado en mi biblioteca. Este libro toma su título de una frase escrita por Newton, en una carta dirigida por este, a Roberto Hooke, en febrero de 1676. Con ella ese gran científico reconoce humildemente que las ideas y descubrimientos que una persona hubiese podido conseguir se deben, a su vez, en gran medida, a las ideas, conocimientos y descubrimientos que otras personas han realizado antes que ella a lo largo de la historia.

Es difícil, si no imposible, que los avances en la ciencia, cultura y filosofía ocurran “de un salto”. La evolución científica del hombre se parece más al andar pausado de un anciano que a los saltos hiperbólicos de una pulga. Todos esos maravillosos descubrimientos que gozamos y usufructuamos en el Siglo XXI provienen de una casi infinita concatenación de eventos que podemos rastrear a lo largo de la historia.

La frase exacta de Newton, ese portentoso hombre de ciencias, demuestra su humildad: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes”. Al decirlo se refería a Nicolás Copérnico, Galileo Galilei, Johannes Kepler y René Descartes, que eran los colosos sobre cuyos estudios y descubrimientos se había apoyado el científico para realizar sus importantes aportes a la ciencia.

Hace unos cuantos domingos una persona muy diferente a Newton presentó, con mucha pompa, su plan de gobierno. “Plan Cuscatlán” lo tituló. Esta persona omitió, en las casi dos horas que duró su presentación, conceder los créditos académicos a quienes correspondía, respecto a las ideas que había utilizado. Lejos de ello, las pretendió hacer pasar como propias o, en todo caso, de su equipo de asesores.

Para infinita vergüenza del candidato y, por extensión, de sus asesores; rápidamente, los ciudadanos descubrieron el plagio, señalándolo contundentemente en las redes sociales, esas mismas redes que, paradójicamente, fueron las que capitalizaron a ese mismo candidato a las más altas posiciones de las encuestas. Quedó evidenciado que extensas partes del plan, no eran más que una recopilación de ideas de otros. “Otros” que fueron olímpicamente ignorados, durante la presentación del mismo.

En mis diversas fases de estudiante, pero especialmente durante el curso de estudios de mi segunda carrera universitaria, así como de mi maestría y cursos de especialización, tomadas en diferentes universidades, aprendí con claridad que plagiar mis trabajos de investigación no era una opción. Ello, por diferentes razones. La primera y más básica, era por ética: no se puede tomar como “propio” el trabajo de un tercero sin reconocerle el crédito de la autoría.

Lo segundo, por dignidad: los catedráticos pasaban filtros, tales como Plagiarisma o PlagScan, para identificar textos que total o parcialmente hubiesen sido “fusilados” por aquellos alumnos que estuviesen permanentemente peleados con la creatividad.

¿La sanción por el plagio? Expulsión inmediata de la universidad y suspensión respecto a la posible reinscripción, por un periodo de dos años.

Es cierto que los votantes salvadoreños son mucho menos severos que un catedrático, a la hora de calificar planes de gobierno, pero la realidad es que votar por un candidato que descaradamente nos miente en nuestra cara, en plena campaña electoral, no es algo para tomarlo a la ligera.

El candidato de GANA “copió”, al mejor estilo de un muchachito de primaria, logos, fotos, ideas de universidades privadas, así como de entidades de gobierno, para armar un “plan” que más que una estructura programática, parecía un Frankenstein cosido a fuerza de ideas dispersas planteadas por otros, quienes no fueron reconocidos durante la presentación.

Mintió en términos de autoría de ideas. Mintió en que las expondría en vivo. Mintió a la entidad propietaria del local en que las presentó, al afirmar que se trataba de un evento no relacionado al lanzamiento de su plataforma política.

Mentir a los ciudadanos es una muy mala receta para un candidato, el cual parece no estar sentado sobre “hombros de gigantes”, sino sobre las cortas piernas de un chaparrito tramposo.

Abogado, máster en Leyes

@MaxMojica