El reciente repunte en el número de homicidios registrado a nivel nacional desmiente los discursos triunfalistas que hemos escuchado repetir una y otra vez al oficialismo, especialmente de boca de los funcionarios de seguridad pública. El ministro de Justicia y el director de la Policía, por ejemplo, no pierden oportunidad para auto atribuirse la modesta reducción en la cantidad de asesinatos reportada hasta hace poco, argumentando que los planes impulsados durante su administración han logrado debilitar a las pandillas. Sin embargo, las explicaciones brindadas por las autoridades sobre el incremento de homicidios contradicen esa postura, ya que pintan a las pandillas como organizaciones robustas capaces de orquestar un repunte de homicidios para lograr un objetivo específico.
La incongruencia entre el discurso triunfalista y las explicaciones sobre el reciente incremento de los asesinatos sin duda eleva aún más el interés de la ciudadanía en las propuestas presentadas por los candidatos presidenciales. Al mismo tiempo, no obstante, agudiza la suspicacia, escepticismo, acuciosidad y las expectativas con las que los salvadoreños evalúan las soluciones explicadas por cada contendiente. No hay espacio para charlatanes, leguleyos o espejismos. Nadie comprará castillos en el aire, discursos trillados o propuestas mediocres.
Escuché con atención los debates organizados por Asder para entender las posturas que cada uno de los candidatos han adoptado como estrategia para combatir la inseguridad. Es imposible que los contendientes expliquen en detalle sus planes en ese tipo de espacios. Solo les queda oportunidad para tocar los puntos medulares. Ese es precisamente uno de los retos principales que asumen quienes se someten a esa clase de ejercicios. Deben lograr identificar las principales líneas de acción y poder incorporarlas en sus intervenciones. Esto requiere que entiendan con plenitud el análisis técnico de cada problema y las soluciones propuestas. Solo así adquieren el dominio suficiente como para poder usarlas para plantear posturas y argumentos en un intercambio.
Después de escuchar a los candidatos que participaron en el debate puedo decir que, en términos generales, todos tienen un nivel aceptable de claridad en cuanto a la inseguridad en El Salvador. Unos, sin embargo, lo dominan más que otros y, en consecuencia, sus propuestas son más acertadas y realistas. Es necesario, no obstante, conocer más a fondo cada uno de sus planteamientos centrales. Por ejemplo, Carlos Calleja mencionó algo sumamente provocativo: el uso de tecnología para elevar el nivel de efectividad y eficiencia en el trabajo de las instituciones que conforman el aparato de seguridad gubernamental. Este punto despierta particularmente mi interés. Me gustaría conocer a qué tipo de tecnología se refería el candidato y cuál es el uso que planea darle.
Lastimosamente uno de los candidatos decidió no participar en este ejercicio y, por lo tanto, renunció a la oportunidad de demostrar su dominio sobre cada una de las temáticas discutidas. Prefirió montar un evento menos demandante en el que leyó sus propuestas, lo cual no requiere que entienda a plenitud los problemas o sus soluciones. Peor aún, el documento presentado, según han identificado diferentes personas, está lleno de plagios. Esto sugiere que el nivel de comprensión de los problemas de este candidato es similar al conocimiento que puede tener un estudiante universitario que decide copiarle la tarea a su compañero. Ningún académico serio puede justificar que este plan contenga porciones importantes copiadas íntegras de otros documentos.
El debate de Asder constituye un paso importante para elevar el nivel de exigencia a los candidatos. Aunque no fue perfecto, provee una base sobre la que podemos construir. Permitió evaluar el dominio de cada candidato sobre temas críticos e identificar propuestas puntuales sobre las que los ciudadanos podemos indagar y los candidatos ahondar.
Criminólogo
@_carlos_ponce