Bandersnatch

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09 January 2019

Es el más reciente episodio de la serie Black Mirror. Está disponible en Netflix.

La historia se desarrolla en la Inglaterra de 1984. Stefan es un muchacho que ha diseñado un videojuego basado en un libro titulado Bandersnatch.

Ese libro ficticio parece haber sido escrito como una especie del Rayuela de Cortázar que, por cierto, nunca terminé. En el libro el lector puede decidir cuál es el siguiente capítulo y con eso modificará el curso de la historia. Así es como Stefan diseñó su juego. Luego va a una compañía a vender la idea, y ahí es cuando comienza la aventura.

Lo más interesante de Bandersnatch es que a medida que transcurre la historia hay momentos en que usted, como televidente, puede ir tomando decisiones. La pantalla se achica un poco y en la parte inferior le aparecerán dos opciones (a veces más). Usted tiene diez segundos para elegir una de las alternativas. Con la decisión que tome alterará lo que posteriormente le ocurrirá a Stefan.

Puede ver Bandersnatch muchas veces y verá episodios distintos a partir de las diferentes decisiones que usted tome desde su asiento. Pero lo más interesante de Bandersnatch es que esa interactividad, que para nosotros es simple entretenimiento, va provocando una situación dramática en Stefan.

El muchacho comienza a percibir que algo extraño sucede. Hay alguna fuerza (o alguien) que está tomando las decisiones en su lugar. Se trata de usted, que sentado en un lejano El Salvador a más de treinta años de distancia en el futuro, está jugando con el destino de Stefan.

Él intenta rebelarse ante ese morboso y sádico dios que decide su destino (usted). Lo que ocurrirá después dependerá de las decisiones que usted cliquee cuando vea Bandersnatch.

No solo resulta fascinante la interactividad que en este episodio ocupa Black Mirror y Netflix a través de la tecnología, sino que al romper la cuarta pared y meternos en la historia, uno disfruta manejando los hilos del destino de Stefan. Y, si uno se mete de lleno en la trama, no deja de sentirse un poquito mal por el trágico final del muchacho. Aunque es probable que exista alguna línea de decisiones que lleve a un final feliz, por el momento yo no la he descubierto.

Una de las reflexiones que subyace en Bandersnatch es el maldito placer de manejar la vida de otros. Una violación profunda a la libertad. Esa tentación de controlar a los demás resulta divertido experimentarla en Bandersnatch, pero es una rutinaria tragedia aquí, en la vida real.

El poder conlleva esa tentación, la tentación planificadora. El poder seduce a ordenar a la sociedad según los propios cánones. Parece hasta noble determinar desde la fuerza qué es lo mejor para la sociedad, e imponer medidas para que esta se dirija a esa dirección.

Pero en una sociedad las personas no son las piezas inertes de un ajedrez con las que se puede jugar a placer. Cada individuo es libre, y tiene su propio proyecto de vida.

Por eso gobernar un país no es gerenciar una empresa. Gobernar en libertad significa crear las condiciones para que cada quien se desarrolle como le mejor le plazca. Libertad es que cada quien decida cometer sus propios errores.

De ahí que la solución no es dar más poder a un gobernante para que este, desde su despacho, con un clic tome por nosotros la decisión de qué debemos consumir, financiar, ver, o lo que sea. Gobernar en libertad es limitar el poder de los políticos, y potenciar la capacidad de decidir de los ciudadanos.

Abogado

@dolmedosanchez