Yo no olvido el Año Viejo (o tal vez sí)

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30 December 2018

Los siguientes párrafos los escribí para mi última columna del año 2015. Estaba pensando qué escribir para finalizar el 2018 y me acordé de la cumbia más emblemática de fin de año y de este archivo. Me llevé la sorpresa que, en temas de institucionalidad, en El Salvador tendemos a olvidar con facilidad las lecciones del Año Viejo. Los hechos que a mi juicio definieron el 2015, fácilmente podrían ser un retrato de 2018. Que uno de los propósitos del 2019 sea aprender de los errores del pasado, enmendarlos y así trabajar para que tengamos un Estado de Derecho más sólido. Aquí les dejo la transcripción.

En El Salvador nos podemos quejar de cualquier cosa, menos de aburrirnos con los sucesos políticos y jurídicos que acontecen a diario. Ya somos expertos en el “reír por no llorar” y el 2015 no ha sido la excepción. La falta de competencia o de vergüenza de algunos funcionarios nos ha indignado como sociedad; pero también nos ha unido a muchos en la lucha por objetivos comunes y a la vez ha contribuido a sacar a flote el ingenio y humor de muchos en redes sociales.

Enero de 2015 marcó el inicio de la campaña electoral para las elecciones de Asamblea Legislativa y consejos municipales; en realidad nunca fue el inicio, porque, aunque oficialmente el banderillazo de salida fue autorizado para el último día del año recién pasado, esta inició desde que los partidos políticos inscribieron sus planillas. La campaña adelantada, representada por pinta y pega de los rostros de distintos candidatos, ha sido el pan nuestro de cada elección, donde quienes pretenden hacer buenas leyes en beneficio de la sociedad no son capaces de respetar las reglas del juego electoral ya fijadas.

Quizá una de las historias más complejas que resaltará de 2015 es el día de las elecciones y los dos meses siguientes en los que no tuvimos resultados electorales. El día de la elección nos dejó la admiración al trabajo realizado por las juntas receptoras de votos, en las cuales miles de salvadoreños demostraron su patriotismo en una jornada sin descanso para que otros miles pudieran ejercer su derecho al voto. Sin embargo, también nos dejó la nota opaca que duró un poco más de dos meses; esos días dejaron al descubierto la falta de organización del Tribunal Supremo Electoral, a quien (nuevamente) le quedó grande el título de máxima autoridad electoral y se limitó a ser un mero espectador de lo que hacían los partidos.

El 2015 nos dejó, una vez más, una elección atrasadísima de magistrados de la Corte Suprema de Justicia. La Asamblea Legislativa realizó los nombramientos correspondientes en un proceso que pudo ser mejor si hubiera existido la voluntad de transparentar más cada etapa y dar una ponderación más técnica de los requisitos que demanda la Constitución para dicho cargo. Para suerte de la sociedad salvadoreña, y a pesar de las deficiencias que pudieron detectarse en el proceso de elección, los nuevos magistrados de la Corte Suprema han demostrado un compromiso por ayudar a mejorar la institución.

El 2015 también nos dejó muchos temas pendientes de ser discutidos y legislados; la reforma al sistema de pensiones sobre la rentabilidad de las cotizaciones, a la ley de partidos políticos sobre la democracia interna y financiamiento, la ley de aguas y reformas sobre la elección de funcionarios, entre otros temas, son las deudas del año. Ojalá que el recuento de acontecimientos que nos indignaron este Año Viejo sirva también para no olvidar los errores cometidos y aprender de ellos, así como hacernos reflexionar en todo lo que se pueda mejorar para tener un mejor país.

Abogada