Carta sobre la frase “los mismos de siempre”

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01 February 2019

Hoy el discurso que se repite, en todas las variaciones y con distinto grado de moraleja es: “¡Tenés que votar! Es tu deber. De vos depende la democracia…”

Bueno, yo estoy lejos de llamar a no votar (o a anular el voto), como hace un año lo hizo un señor que hoy nos ruega por nuestro voto. Pero hay que aclararlo, la Constitución no dice que sea obligatorio el voto. El voto es un derecho ciudadano y esto incluye la libertad de no ejercerlo.

Yo sí voy a votar y espero que igual lo hagan todos quienes siguen convencidos que nuestro sistema de democracia representativa y liberal es válido, que merece que lo defendamos, y que para mejorar y consolidarse necesita de nuestra participación.

Pero siempre hay un pero. En este caso, en esta campaña electoral hay quien sostiene que este sistema de democracia representativa ya no es válido, porque los que lo crearon con los Acuerdos de Paz del 1992 y todos los que desde entonces hemos elegido para representarnos (presidentes, diputados, partidos políticos) son corruptos.

Obviamente dicen esto para que votemos por ellos. Pero antes de hacerlo, cada uno tiene que echarles un buen vistazo a quienes denuncian al resto del mundo como corruptos. Y a lo mejor se darán cuenta que son los más corruptos de todos.

En este caso, sería más consecuente no votar por nadie. Quienes realmente se dejaron convencer que todos son corruptos, incluyendo los candidatos que dicen que quieren renovar la política para erradicar la corrupción, pero que ahora se dan cuenta que el que denuncia a los corruptos igualmente es corrupto, solo tienen dos opciones: o se resignan y dejan de votar, o les dan una segunda mirada a todos los candidatos, para ver si realmente es cierto que todos “los mismos de siempre” son iguales. Y tal vez encuentran elementos para darle el beneficio de la duda a algún candidato. Entonces, denle su voto.

Otra vez: si no encuentran a nadie en quien confiar, ni modo. No voten. Por lo menos se ahorrarán la pena de luego descubrir que les tomaron del pelo con el viejo truco del ladrón que grita: ¡”Paren al ladrón!”, y que con esto logra despistarnos y salirse con la suya.

Si el bombardeo de propaganda negativa los ha sumido en una duda tan generalizada que ya no les permite confiar en nadie, tampoco confían de quienes predican esta desconfianza. Mejor no voten por nadie.

En cambio, si logran detectar las diferencias entre los candidatos, rompiendo con esta consigna estúpida de que todos son “los mismos de siempre”, voten por el que más honesto y capaz les parezca.  

La cosa es: No tenemos derecho de equivocarnos nuevamente.

Saludos, Paolo Lüers