La distorsión de la asignación de escaños legislativos

Las diferencias entre los cocientes electorales de los diferentes departamentos son considerados por algunos analistas como una violación a lo dispuesto en la Constitución de la República.

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Elecciones 2018, diputados y alcaldes, El Salvador. Foto/EDH

Por Carlos Palomo

22 May 2018

Al final del proceso electoral, específicamente para el caso de los diputados a la Asamblea Legislativa, hubo una gran diferencia entre el cociente electoral de un departamento y otro.

¿Qué se conoce como cociente electoral? Dicho de una forma muy sencilla, es el costo que idealmente debería tener un diputado en término de votos en un departamento determinado. Es decir, la cantidad de votos requerida para obtener un diputado.

Que existan cocientes electorales diferentes en cada departamento, hace que lograr un puesto en la Asamblea Legislativa sea más difícil en un departamento que en otro. El mejor ejemplo para estas elecciones, es la comparación de Ahuachapán con San Salvador.

En el departamento capital, las curules por cociente costaron 21,446.79 votos pero en Ahuachapán este valor fue de 33,604.75. ¿Por qué cuesta menos votos ser diputado en San Salvador que en Ahuachapán?

La respuesta involucra dos variables, porque así la dispone el Código Electoral. El primer factor en influir es la cantidad de votos válidos del departamento y, el segundo, la cantidad de escaños a asignar.

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El cálculo del cociente se rige por una fórmula matemática tal que, a mayor cantidad de votos válidos, mayor es el cociente. También, dicha fórmula permite concluir que, entre menos escaños se reparten, mayor tiende a ser el ya mencionado cociente.

Como en San Salvador la cantidad de votantes cayó y se tienen 24 puestos para repartir, el precio de un puesto en la Asamblea disminuye y es sustancialmente menor al de otros departamentos. En el otro extremo, como en Ahuachapán la participación fue casi 10 puntos superiores a la de San Salvador y, dado que apenas eran 3 curules las que estaban en disputa, el valor del cociente fue mucho más alto.

Además del trato desigual que el actual sistema electoral da a  las circunscripciones, también se da otro fenómeno, que es el de repartición de escaños por residuo.

En su artículo 217, el Código Electoral (CE) dispone que el total de votos válidos de cada departamento se dividirá entre el número de escaños a repartir, obteniendo así el cociente electoral departamental. Luego, el total de votos de cada partido se divide entre ese cociente, obteniendo consecuentemente la cantidad de diputados que cada adversario tendrá.

Por ejemplo, si un partido X cuenta con 20,000 votos y se tiene un cociente electoral de 17,000 votos, al dividir la primera entre la segunda cantidad, se obtiene un valor de 1.18, lo que significa que al partido le corresponde un diputado por cociente.

Los votos que no se utilizan en la obtención de diputados por cociente, se consideran residuos. Si la distribución de diputaciones no se completa a través del método del cociente, se procede a repartir los restantes por el método del residuo.

Retomando el ejemplo anterior, como se asignó un diputado por cociente al partido X, este utilizó 17,000 de sus votos, por lo que le quedan solo 3,000 sin utilizar, lo que se conoce como su residuo.

El método del residuo consiste en repartir todos los diputados que hagan falta, comenzando por aquel partido que acumule el mayor residuo, continuando la repartición de mayor a menor remanente de votos hasta completar los escaños.

La repartición por residuo es un mecanismo aprovechado por algunos diputados que ya llevan muchos años dentro del parlamento salvadoreño.

Un caso interesante es el de La Unión, en donde ARENA tomó ventaja adjudicándose con un 47.4% de los votos de ese departamento un 66.7% de los diputados obtenibles, quedando sobre representado. En total consiguió dos diputados, uno de los cuales fue por la vía del residuo. ARENA ganó un diputado con 18 mil votos cuando el cociente fue de más de 30 mil. Casos similares pero menos drásticos ocurrieron en todos los departamentos.

Chalatenango es otro caso sobresaliente, pues en este lugar los tres diputados se asignaron por la vía del residuo y no por la del cociente. Como se aprecia, a menor cantidad de escaños en contienda, mayor es la proporción de diputados que se repartieron por residuo, lo que generó sobre representatividad y sub representatividad para algunos partidos.

Respecto de estos resultados, tanto Artiga como Escobar coinciden en que se puede estar en presencia de una violación a lo dispuesto en la Constitución de la República. Artiga dice que la disparidad en los cocientes electorales violenta la igualdad del sufragio pasivo, es decir, el derecho a ser electo pues en unos departamentos es más fácil ser electos que en otros.

Escobar inclusive ha interpuesto un recurso de inconstitucionalidad ante la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justica, mismo que no ha sido admitido ni tampoco rechazado a día de hoy.

Por otra parte, Escobar dice que el problema no es la fórmula que se utiliza para distribuir los escaños, sino que las circunscripciones han sido mal diseñadas. Artiga menciona que, en comparación con otros países, El Salvador tiene un buen sistema de asignación de escaños y que éste respeta en buena medida la proporcionalidad ordenada por la Constitución.

Al final, los números sugieren que es necesario debatir sobre mejoras y cambios al sistema de repartición que impera en el país actualmente, esto en aras de garantizar que lo ordenado por la Constitución se cumpla.

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