Votantes de las cabeceras departamentales acudieron menos a las urnas

La gente que vive en los grandes focos poblacionales como San Salvador, Soyapango, Mejicanos y Santa Ana fue la que menos acudió a votar el pasado cuatro de marzo.

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La cancelación de PSD, FPS y PSP fue firmada ayer por los magistrados, Solo faltaba la del titular del TSE, Julio Olivo. Foto EDH / archivo

Por Carlos Palomo

22 May 2018

Durante las pasadas elecciones, al menos en el ámbito municipal, la participación fue levemente superior al 46%.

A pesar de eso, hubo municipios con una participación muy por encima del 46 %, pero también muy por debajo. La Unidad de Datos clasificó a cada una de las municipalidades sobre la base de su participación electoral, desde aquellos con una muy alta (igual o mayor al 80%), pasando por los de alta participación (menor al 80% pero igual o mayor al 60%). Además, se incluyeron las categorías de participación media (menores a 60% pero superiores a 47%), participación baja (inferiores a 47% pero mayores a 35%) y muy baja (inferiores a 35%).

En total, 200 alcaldías tienen un participación superior a la media nacional, es decir, el 76%. ¿Cómo es entonces posible una participación tan baja a nivel nacional?

El porcentaje a nivel nacional es tan bajo porque dentro del 24% de municipios restantes se concentra la mayor parte de la población y es en estos donde, principalmente, la gente no asiste a votar. Algunos de los municipios que están debajo del promedio son: San Salvador, Santa Ana, Usulután, San Vicente, San Miguel, Zacatecoluca, Sonsonate, Colón, Soyapango, Mejicanos y otros.

Como se aprecia, principalmente los grandes focos de población son los que tienen participaciones bajas. Al otro extremo, los que están muy por encima de la media son los municipios pequeños, principalmente en Morazán y Chalatenango y algunos en La Paz. Aquellos alejados de las urbes cuentan con altos porcentajes de participación y por mencionar algunos, tenemos a Mercedes La Ceiba y Jerusalén de La Paz, Gualococti y San Isidro ambos de Morazán, San Fernando y San Isidro Labrador ambos de Chalatenango.

Sobre los resultados de estos municipios pequeños, Eduardo Escobar comentó que "probablemente, la alta participación se deba a que al ciudadano, le interesa más quien va a gobernar el municipio porque son municipios pequeños que, obviamente, las decisiones que toma la alcaldía tiene un impacto directo en su vida".

Escobar piensa que estos municipios, al ser pequeños y alejados de las grandes ciudades, tienen menor presencia del ejecutivo y, en consecuencia, toma más relevancia el papel del gobierno municipal y por ello hay más interés en salir a votar.

Los municipios reñidos y la falta de proporcionalidad en la asignación de los concejos

El siete de mayo pasado la Sala de lo Constitucional, como parte de la tramitación de una demanda de amparo, ordenó al Tribunal Supremo Electoral la apertura de todas las urnas del municipio de San Francisco Gotera, en Morazán.

Esta fue una de las municipalidades donde el ganador lo hizo por una margen pequeño, de apenas 56 votos. ¿Fue un resultado reñido? Para responder la pregunta, es importante señalar que, ganar por una cantidad pequeña de votos no es, necesariamente, tener un resultado reñido.

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Lógicamente, si un municipio es pequeño en población, el margen de votos del ganador sobre los perdedores tenderá a serlo igualmente. Para hacer una comparación sin sesgos, la Unidad de Datos fijó como criterio para considerar una competencia reñida aquella en que menos del 5% de los votos válidos emitidos sirvieron para definir el ganador de la elección.

Además, se crearon tres categorías de municipios reñidos: aquellos altamente disputados, donde menos del 1.5% de los votos dieron al vencedor su gane; medianamente reñidos, que son en los que entre el 1.5% y menos de 3.0% del voto útil eligió al nuevo alcalde y los levemente reñidos, con un triunfador por más del 3.0% pero menos del 5.0% de los votos válidos.

En total, son 54 municipios, es decir, 20.6% respecto de los 262 en donde el ganador logró serlo por una cantidad estrecha de los votos válidos, siendo el caso más notables el de Zacatecoluca, donde menos del 0.1% de los votantes eligieron a quién tendrá más de la mitad del Concejo Municipal.

¿Qué implicaciones tiene un resultado ajustado?

A simple vista, ninguna más allá del hecho que una pequeña fracción de los votantes escogen a quien dirigirá determinada comuna. Sin embargo, durante el análisis realizado por Focus Data, se encontró que en varios de estos municipios reñidos, el campeón lo hace con porcentajes inferiores al 50% del total del voto útil emitido.

El código electoral establece en su artículo 219 que, en dado caso el contendiente ganador obtuviera menos del 50% de los votos válidos de ese municipio, la asignación de concejales se hará de tal forma que la coalición o partido ganador, tenga la mayoría simple en el concejo.

Adjudicarse la mayoría simple en un concejo municipal implica obtener la mitad más uno de los miembros de este, lo que significa que quien gobernará se agencia un porcentaje de votos dentro del concejo municipal que no es proporcional a la cantidad de votos logrados.

Un ejemplo que ilustra este fenómeno es el caso de la alcaldía de El Congo, en Santa Ana. En esta municipalidad, son 8 regidores propietarios más el alcalde y el síndico, totalizando 10 miembros. GANA, quien venció con solo el 25.4% de los votos válidos y por apenas 0.4% de votos más que el primer perdedor, recibió el alcalde, el síndico y cuatro concejales adicionales, consiguiendo seis de los 10 puestos, es decir, con 25% de los votos válidos ahora tiene el 60% de los votos dentro del concejo.

Lo anterior, representa una distorsión en la proporcionalidad de la representatividad, es decir, que la cantidad de integrantes de los concejos no se corresponde con el porcentaje de votos obtenidos.

A efectos de evaluar mejor esta distorsión, se han clasificado a los municipios que presentan este fenómeno en tres rangos, siendo que aquellos en que el contrincante vencedor cuente con menos del 30% de los votos válidos se consideran con representatividad altamente distorsionada; aquellos con entre 30% y 40% se agrupan como medianamente distorsionados; los que tienen más de 40% y hasta menos de 50%, levemente distorsionados.

En total, son 123 alcaldías las que presentan este fenómeno, siendo más del 46.9% del total de los 262 municipios, lo que plantea el reto de mejorar la asignación de puestos de las autoridades de estas entidades político administrativas.

Eduardo Escobar, quien formó parte del equipo impulsor de la reforma legal para implementar los Concejos Municipales Plurales, opina que en su momento, la cláusula de gobernabilidad tuvo razón de ser, pero ya no más.

Escobar cree que "le sería más beneficio a las municipalidades desde el punto de vista de la cultura política democrática, el que se establezca otra forma de asignar los escaños" a modo de generar una dinámica que potencie el debate y que se logren construir acuerdos.

Por otra parte, Álvaro Artiga, politólogo de la Universidad Centroamericana UCA, piensa que el actual sistema de reparto de concejales en las municipalidades, no es necesariamente malo ni necesariamente bueno, todo depende del criterio que se utilice. Comenta que desde el punto de vista de la gobernabilidad, el actual sistema puede ser bueno y malo desde la óptica de la representatividad proporcional.

Sobre la continuidad de la cláusula de gobernabilidad, Artiga es menos contundente que Escobar, pues comenta que debe valorarse qué es lo que se desea primar, si garantizar gobernabilidad o fortalecer la representatividad proporcional.

En términos de fortalecer la cultura democrática en El Salvador, el Artiga señaló que no puede tener una respuesta única ya que, el reparto proporcional no garantiza una mejora de la cultura democrática; todo depende de cómo se negocie ya que no es lo mismo negociar pensando en el beneficio de la población que en el beneficio de un partido político determinado.