“Es bien difícil cuando se llega la noche”, cuenta con ojos de cansancio, como quien se levanta cada mañana con la certeza de revivir el mismo pesar del día anterior, día con día.
El cansancio nunca ha detenido a Leticia Mejía, conocida como Leti. El fantasma de la resignación, presente en la pobreza, nunca ha vencido su espíritu de lucha.
Luego de encontrarnos en un puente de madera que irrumpe entre los manglares, Leti nos introduce a su vida y a su comunidad ubicada en el municipio de San Luis Talpa, del departamento de La Paz.
El sueño inconcluso
Como todas las personas, Leti tuvo sus propios sueños cuando aún era una niña. “Mi sueño era estudiar enfermería, pero mi papá era una persona muy pobre y me decía que si quería alcanzar más estudios tenía que ganármela yo sola”, nos relata al inicio de la conversación mientras caminamos hacia su vivienda.