Ojushte mejora nutrición en cantón de Izalco

Transformación de la semilla comenzó hace seis años por iniciativa de mujeres. A finales del mes realizarán un festival donde habrá productos que elaboran.

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Semillas de ojusthe; Las cuales son procesadas para  convertirlas en harina. Tiene un alto valor nutritivo.

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17 April 2016

La transformación de la semilla de ojushte no sólo ha dinamizado la economía de varias familias del cantón San Isidro, en Izalco; sino que también mejoró la nutrición de las personas que hasta antes de 2010 dejaban perder las cosechas de este árbol por no tener conciencia de su importancia.

Cinco mujeres comenzaron ese año, apoyadas por un voluntario del Cuerpo de Paz, ha buscar una alternativa para la alimentación debido a que en los alrededores del cantón habitan personas de escasos recursos económicos que luego de la temporada de café ya no cuentan con otras fuentes de trabajo que les generen ingresos.

Dicha iniciativa actualmente se le conoce como Maná Ojushte.

Una de sus integrantes y principal impulsora, Ana Morales, explicó que cuando iniciaron fue a base de prueba y error que lograron encontrar los diferentes usos que le pueden dar a la semilla.

Esta es secada, luego tostada y molida, para convertirla en una harina que sirve para cocinar atoles, café, chocolate, refrescos, una variedad de pan, pupusas, y dulces típicos, entre otros usos. La semilla, incluso, puede ser ingerida sólo cocida.

Morales señaló la importancia en el consumo de ésta es que una alimentación nutritiva porque estudios han determinado que ayuda a prevenir la anemia, el dolor de cabeza, promueve el crecimiento, ayuda al sistema nervioso, fortalece el sistema inmunológico, es esencial para el desarrollo del feto y previene el estreñimiento.

Esto porque es rica en proteínas; hierro, zinc; vitaminas A, B, C, y E; ácido fólico, potasio, calcio y fibra, entre otros.

La fémina dijo que uno de los aspectos más satisfactorios del proyecto es que están ayudando a generar ingresos económicos a 20 grupos familiares, quienes son los proveedores de la semilla.

Dichas personas la recolectan y la comercializan fresca a Maná Ojushte; pero en otros casos también se encargan de secarla por lo que obtienen un pago mayor ($0.50 por libra).

Cuando comenzó a tomar forma la iniciativa, a finales de 2011, la recolección que adquirieron fue de apenas 300 libras y en el 2015, fueron 6mil. Entre febrero y junio es la cosecha de este árbol.

Las familias proveedoras reciben de forma gratuita capacitaciones para que sean ellas las que transformen la semilla y obtengan una mejor alimentación.

Igual orientación reciben otras comunidades donde existe el árbol pero que sus habitantes desconocen, incluso, que la semilla se puede transformar y ser consumida.

Además, como labor social, Maná Ojushte entrega una vez por semana un refrigerio a base de la semilla a 275 alumnos que cursan desde parvularia hasta tercer grado de la escuela de la localidad. Treinta y cinco personas de la tercera edad también reciben dicho beneficio.

Con los ancianos han logrado rescatar la memoria histórica ya que cuentan cómo de pequeños iban a los cafetales para recolectar la semilla y lograr alimentarse pues la zona siempre ha sido de escasos recursos económicos.

La historia también narra que en 1932 una plaga de insectos se comió la cosecha del maíz por lo que la semilla constituyó una alternativa alimenticia para las personas.

Actualmente no sólo están promoviendo el consumo humano de la semilla sino que también sea utilizada como abono orgánico y concentrado.

Camino difícil

Morales expresó que por no contar con apoyo financiero de ninguna entidad ha sido difícil reducir tiempos para la transformación.

Ejemplificó que en el molino, por no ser apto para este tipo de semilla, deben de pasarla hasta seis veces; lo que eleva los costos de producción. Un molino idóneo tiene un valor de $2,300,  dinero con el cual no cuentan. El tostado de la semilla también es artesanal.

Otra de las personas de Maná Ojushte, Sonia Gutiérrez, expresó que ya hay iniciativas de injertar árboles de ojushte pues a través de dicha práctica se ha podido comprobar que comienza a dar cosecha a los tres años, cuando lo normal es a los siete. 

Agregó que los árboles de este tipo ayudan a cuidar los mantos acuíferos, purificar el medio ambiente, y que por tener raíces profundas, no necesita mayores cuidados.