Par Engstrom: "Bolsonaro afectará el apoyo a la democracia en Latinoamérica"

De acuerdo con el académico de la Universidad de Londres, experto en Latinoamérica y derechos humanos, el radical presidente electo brasileño puede validar y legitimar discursos radicales y violentos en Brasil y toda la región.

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El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, es el nuevo referente de las tendencias autoritaria y la retórica agresiva en la región. Foto EDH / Archivo

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05 November 2018

El pasado 28 de octubre, en segunda vuelta electoral, los brasileños eligieron al radical Jair Bolsonaro como su nuevo presidente. Las ideas y los discursos de este han despertado alarmas en la comunidad académica y los defensores de derechos humanos por su aparente defensa de regímenes autoritarios y su constante llamado a recurrir a mayor violencia para solucionar las crisis de inseguridad de Brasil.

Sobre esto, El Diario de Hoy conversó con el académico Par Engstrom, una de las voces más autorizadas para discutir tanto la política brasileña como el impacto en el panorama de defensa de los derechos humanos en ese país y en la región. La opinión del académico es poco optimista. Esto fue lo discutido:

¿Cómo se explica el ascenso de Jair Bolsonaro en Brasil?

Esa es la gran pregunta que muchos están tratando de contestar y son muchos factores los que lo explican. Uno, es que hay una desilusión grande con la política tradicional en Brasil y el derrumbe del a izquierda. Además, esto se enmarca en la caída del Partido de los Trabajadores (PT) desde 2013 en adelante. Hay crecientes protestas contra este partido, y se agravan por la crisis económica que ha generado un impacto muy fuerte en las clases medias y los brasileños más pobres.

A Jair Bolsonaro no solo lo eligieron los brasileños más ricos o el voto tradicional de la derecha, hay un número significativo de votantes pobres desilusionados y esto es importante de considerar para entender su ascenso. Además, hay un rechazo ideológico al PT. Hay una porción grande del electorado que habría votado por cualquiera menos este partido y pueden no ser leales a Bolsonaro pero dieron un voto de castigo.

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Bolsonaro ha mostrado posturas que generan nerviosismo, especialmente en el tema de derechos humanos pero hay mucho apoyo en Brasil para las “soluciones” que él ofrece, especialmente en seguridad ciudadana. Él ha sido claro, tiene un enfoque militarista y violento para resolver la crisis de violencia en ese país. Y esta crisis es real y afecta a los más pobres, que son propensos a aceptar este tipo de medidas desesperadas, que él ha ofrecido.

Él lleva mucho tiempo en política (28 años). ¿Por qué crece ahora?

Puede verse como alguien que ha salido de la nada, pero ha logrado hábilmente capitalizar con el tiempo las corrientes políticas y sociales brasileñas. Estos son tiempos muy preocupantes para los que estamos comprometidos con la democracia en Brasil y en todas partes.

Bolsonaro es un hombre de ideas radicales y peligrosas. ¿Es Brasil un país de ideas de este tipo?

Creo que la palabra clave en Brasil y Latinoamérica es la polarización. Bolsonaro ha logrando que sean populares ideas que no se consideraban legítimas en el pasado.

Es un discurso muy violento y lo problemático es que ha tenido cabida en una sociedad muy violenta. Y esto no necesariamente significa que él ha causado la violencia, él puede ser solo un síntoma, pero a la vez puede agravar las cosas, legitimando más violencia.

En su campaña ha habido formas diversas de violencia política que no son nuevas pero han incrementado significativamente, como el asesinato de un concejal en Río en marzo o casos de violencia de partidarios de Fernando Haddad (el candidato del PT), y muchos reportes de periodistas y activistas que han sido amenazados incluso de muerte. Todo esto pudo haber sido alimentado por una retórica violenta, como la del ahora presidente electo y sus aliados. Este es un tema recurrente en muchas partes de las Américas, incluyendo los Estados Unidos de Donald Trump. Hay polarización en muchos sectores de Brasil y ahora ha salido a la superficie de una forma que no se había visto desde la democratización del país en 1985. Por eso este momento es particularmente peligroso.

Bolsonaro no tendrá mayoría legislativa. ¿Puede transformar su discurso en políticas?

El ejecutivo brasileño tiende a estar muy limitado por los otros poderes del Estado, por lo que Bolsonaro deberá negociar con otras fuerzas políticas. Además hay un Judicial fuerte y medios de comunicación sólidos. Pero no estoy tan convencido de la fuerza de estos límites y hay mucho que puede hacer sin pasar por el Legislativo.

Cuando hablamos de seguridad pública, por ejemplo, la implementación de su política principal, que es fortalecer la Policía Militar, es un asunto de los diferentes gobiernos estatales y hay muchos de estos que le han dado su apoyo, especialmente los más fuertes, Sao Paulo y Río.

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Las fuerzas públicas brasileñas son entrenadas con un paradigma violento y ahora tienen un presidente que apoya el uso de esta violencia en su trabajo diario. Temo que los límites a su poder no alcancen el corazón de su propuesta.

¿Puede además dañar el apoyo a las ideas democráticas?

Sí. Tienes una de las democracias más grandes del mundo que ha dado un respaldo electoral a ideas autoritarias. Uno solo puede esperar que esto alimente las fuerzas democráticas de Brasil que puedan mostrar resistencia a estas tendencias y posibles políticas autoritarias y movilizarse. Pero no basta movilizarse en contra de sus abusos, sino también para buscar alternativas y ahí puede haber complicaciones.

Brasil es un país influyente. ¿Podrá empezar una tendencia regional?

No empieza una tendencia, solo la consolida y la confirma. Desde hace unos años hay un colapso de la marea rosa y un giro a la derecha. Es claro que Sebastián Piñera (presidente de Chile) no es Bolsonaro y hay diferencias abismales, en estilo y sustancia, pero hay un giro a la derecha. Ahora bien, puede no ser útil pensar en él como alguien de derecha, sino como populista y algunos hasta usan el término fascista. Pero lo que resalta es la tendencia antidemocrática que llega al poder por medios democráticos.

¿Qué hay de la campaña que lo llevó a la victoria?

Lo que vemos en la elección es un uso estratégico de redes sociales y el abuso de las “fake news”. Hubo una manipulación del discurso político para generar más divisiones y reacciones emocionales. Fue una campaña antidemocrática, pues la democracia requiere, en lugar de descalificar, dialogar con aquellos con quienes no estás de acuerdo.

Muchos académicos hablan de una recesión democrática y el auge de líderes mesiánicos. ¿Comparte esta opinión y cuál es su riesgo?

El líder mesiánico y “fuerte” no es un fenómeno nuevo en la región, pero cualquier experimento alrededor de un individuo es problemático. Primero porque los individuos fallan y porque concentrar poder se vuelve peligroso a pesar de lo benevolente que el líder pueda parecer.

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Lo que creo que ilustra a Latinoamérica mejor es el declive de los sistemas de partidos políticos. Es impactante que el apoyo a la derecha brasileña tradicional se ha desvanecido. El PT tuvo algún apoyo pero ha perdido mucha fuerza territorial. Hay una desconsolidación del sistema de partidos tradicionales. En ese contexto el líder individual es atractivo para los votantes, especialmente en tiempos de crisis, cuando los partidos no ofrecen soluciones creíbles y el votante reciben mensajes emotivos de gente que “aún no los ha decepcionado”.

¿Puede cumplir esas expectativas?

Lo dudo mucho.

Si Bolsonaro no logra muchos cambios, ¿podrá culpar a un sistema lento y erosionar más la democracia?

Esa táctica es muy utilizada por líderes personalistas. Bolsonaro llegó a la presidencia con un apoyo electoral fuerte, pero tiene mucha presión de cumplir, especialmente en temas donde no es claro que podrá ofrecer cambios tan rápido.

Él no es el político brasileño convencional y por eso se vuelve tan impredecible. Hay paralelos con líderes como Trump, especialmente por el rédito que obtuvieron de una retórica polarizante. Es parte de este tipo de líderes que identificar “enemigos” y al igual que Trump, ha hecho llamados a enviar a sus oponentes a la cárcel. La pregunta es qué pasará si las instituciones empiezan a resistir su mandato, cómo reaccionará. Es difícil predecir pero es un momento peligroso.

¿Cómo lucirá la situación de derechos humanos regional con esta consolidación antidemocrática?

En el caso de Brasil hoy, los cuerpos de seguridad violan derechos humanos desde antes de este presidente, pero es probable que esto empeore en la medida que sus aliados empiecen a presionar porque cumpla algunas de sus promesas más violentas y los mecanismos de rendición de cuentas de estos cuerpos sean cada vez más escasos.

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¿Hay avances democráticos ahí?

Sí, por ejemplo en los derechos de minorías sexuales o grupos indígenas, tradicionalmente marginados. Pero esto también generó rechazo e incrementó el apoyo a Bolsonaro. También ha habido movilizaciones masivas por colectivos de mujeres y actores sociales que muestran su potencial y la promesa de una resistencia a un experimento autoritario. El reto clave es traducir esta movilización en alternativas que le hablen a quienes aún no están protestando. Pero recordemos que a pesar de los avances, la democracia brasileña y en toda la región sigue siendo violenta y desigual.

¿Qué hay del Ejército?

Es preocupante el posible rol político de las fuerzas armadas en su gobierno. El gobierno brasileño, desde la vuelta a la democracia, ha tenido un tenue y débil control civil sobre el Ejército y hemos visto una voluntad de muchos oficiales de pronunciarse sobre la política y su interés por tener más relevancia en la política. En las protestas iniciales de 2013 y 2014, los grupos que pedían por un mayor rol del Ejército eran vistos como radicales y ahora parece haber una aceptación creciente por un rol más activo en política. Esto es muy peligroso para los derechos humanos. Lo que puede pasar es que tengamos un presidente con el mayor apoyo de los militares desde el final de las dictaduras militares.

¿Dónde hay esperanza democrática?

En el sistema contrapesos y muchos ponen esperanzas en el Judicial para controlar el poder pero la inteligencia brasileña y el Ejército nunca han estado acostumbrados a controles civiles significativos. Yo no soy muy optimista al respecto.