Expertos EE. UU. advierten que corrupción beneficia a maras

Expertos expusieron en la Universidad Defensa Nacional en Washington sobre la compleja MS.

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Foto EDH: Tomás Guecara

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28 June 2018

La rápida evolución de la MS-13 en El Salvador y Honduras pone en aprietos cualquier estrategia de seguridad para el Triángulo Norte de Centroamérica y para los mismos Estados Unidos que desde hace años la tienen en a mira como la segunda amenaza para la seguridad nacional después del terrorismo.

Bajo esa premisa, la Universidad Defensa Nacional invitó a un grupo de expertos al campus académico y militar en el sur de la capital de EE. UU. para discutir el tema y para presentar un estudio realizado por los investigadores Douglas Farah y Kathryn Babineau titulado: “La rápida evolución de la MS-13 en El Salvador y Honduras de la amenaza de pandillas al riesgo de primer orden para Centroamérica y los intereses de seguridad en Estados Unidos”.

La ponente Ana Arana ahondó en la corrupción y otros problemas endémicos de El Salvador, Honduras y otros países, que solo permite realizar esfuerzos aislados para enfrentar problemas de seguridad y las pandillas. Esto, considerando que los tres países que conforman el llamado Triángulo Norte de Centroamérica se han comprometido a generar acciones conjuntas bajo la Iniciativa Alianza para la Prosperidad.

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Las evaluaciones periódicas sobre el accionar de las maras en los tres países dejan claro que, aunque, de un país a otro la MS-13 tiene diferentes estrategias de operación: son las extorsiones, el asesinato y el control de territorios una modalidad compartida; lo que no deja dudas que la organización ha desarrollado capacidades para neutralizar y hasta en casos, derrotar las operaciones encaminadas por los estados para enfrentarlas.

Thomas Alexander, auxiliar del Secretario de Defensa, ahondó en la importancia de Estados Unidos para combatir a la MS-13 en suelo estadounidense donde se calcula que hay unos 10 mil pandilleros, por lo que las agencias federales y gobiernos estatales con la Policía han coordinado esfuerzos para la desarticular clicas y la captura y enjuiciamiento de cabecillas.

Alexander reconoció que queda mucho por hacer y que el problema no tiene una solución fácil en el corto plazo, en especial porque en El Salvador y los otros países centroamericanos la MS continúa proliferándose.

Luego se instaló la mesa donde los expertos, Douglas Farah, investigador versado en narcotráfico y crimen organizado con larga trayectoria en la región, junto a la investigadora Ana Arana, también empapada de los temas regionales y el analista Steve Dudley del observatorio Insight Crime ahondaron en el tema desde diferentes perspectivas.

Entre matices diversos los académicos coinciden en que la rápida transformación de esta pandilla nacida en Los Ángeles, California, en la década de 1980, como mecanismo de unificación de jóvenes inmigrantes, en la actualidad supone una real amenaza de tipo criminal, político, económico y militar en el norte del istmo centroamericano.

“Hay un estruendo significativo de cambios dentro de la MS-13. Incluso cuando otras pandillas se han fracturado en El Salvador -el caso de Barrio 18 (dividida) Sureños y Revolucionarios, pero la MS-13 sola ha evolucionado política, militar y económicamente para desafiar la supervivencia de los estados”, explica Douglas Farah.

Este analista sí encuentra las relaciones estrechas cada vez más consolidadas entre la MS-13, con las redes transnacionales del tráfico de drogas y armas hacia y desde Estados Unidos. En El Salvador y Honduras se calcula que esta pandilla podría tener cerca de 100 mil miembros activos, si se suman por países.

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El analista Steven Dudley ahondó en una perspectiva más social del problema de las pandillas, pues a su criterio, la visualización del fenómeno sólo desde la perspectiva de la criminalidad y las consecuentes estrategias de combate enfocadas bajo esa premisa ha llevado a una triste espiral de violencia y de ciclos repetitivos de los estados por combatirlas con las mismas fórmulas que gobiernos predecesores han intentado y fracasado.

“Lo que une y está detrás de la pandilla es una comunidad que se fortalece con esas acciones criminales, pero lo que hay en el fondo es un grupo social”, explica Dudley, quien dice que las posibles vías de solución del problema pueden venir de intervenir con más certeza en las comunidades, no solo con el aparato punitivo del estado, pero también con otras asistencias que creen comunidades donde el movimiento pandillero pierda fuerza.