Nicaragua se paraliza, pero Ortega no cesa la represión

En la víspera del paro nacional, las fuerzas sandinistas atacaron en varias ciudades

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Foto/ agencias

Por Agencias

14 June 2018

Calles desérticas, mercados cerrados a cal y canto, restaurantes con la verja echada, estaciones de autobús sin pasajeros, gasolineras clausuradas: Nicaragua lucía ayer paralizada como consecuencia del paro nacional de 24 horas convocado por la oposición para exigir el fin de la represión del régimen de Daniel Ortega y con miras a la reinstalación del diálogo.

El bullicioso mercado Roberto Huembes, en el corazón de Managua, suele ser muy madrugador, como la mayoría de las plazas latinoamericanas. Este jueves permaneció con la mayoría de sus 4,000 puestos cerrados.

Norma Flores, una anciana que regenta desde hace más de 40 años un pequeño comercio en el que vende desde escobas para barrer hasta velas y piñatas, explica que muchos comerciantes han cerrado por convicción, pero que muchos otros lo han hecho por resignación y por miedo a los hurtos.

La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, la plataforma que representa a los estudiantes, el sector privado, los campesinos y las organizaciones civiles, convocó el paro nacional, que comenzó a la medianoche de este jueves con una “cacerolada” que se sintió en muchos barrios capitalinos.

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Miles de cacerolas sonaron en Nicaragua, en protesta contra Ortega, señalado como responsable de al menos 154 muertes en actos represivos desde el 18 de abril pasado.

Cacerolas, cubetas, cucharas, bubucelas, morteros y todo lo que pudiera sonar, fue utilizado por los nicaragüenses para hacerse escuchar, en un día de paro nacional.

El objetivo del paro es presionar a Ortega para que detenga la violencia y acceda a negociar una salida pacífica a esta crisis, que ya es la más cruenta que vive el país centroamericano desde los años 1980.

“El pueblo nicaragüense desde el 18 de abril ha demostrado su repudio total hacia el desgobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo. El apoyo masivo del paro es una muestra del hartazgo del pueblo. Estamos exigiendo todos a viva voz su renuncia inmediata y su salida del país”, asegura el líder estudiantil y miembro de la plataforma opositora, Víctor Cuadras.

La huelga, añade el estudiante, ha sido un “éxito” no solo en la capital, sino en otras ciudades como Masaya, Granada, León, Estelí y Jinotega, que ya habían mantenido otros paros antes, “a pesar de que el Gobierno ha hecho una campaña de desprestigio total”.

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En las principales arterias de la ciudad, como la Avenida Simón Bolívar o la Avenida Jean Paul Genie, apenas circularon vehículos, aunque los policías trataron de fingir cierta normalidad y dirigieron un tráfico inexistente.

El taxista que trasladaba al equipo de periodistas de la agencia Acan-Efe por los barrios orientales y centrales de Managua no quiso detenerse en los semáforos en rojo y, al igual que otros conductores, decidió saltárselos. Los buses tampoco salieron de las cocheras y en las paradas solo había perros callejeros que se refugiaban del sol.

Los únicos que sí mantuvieron cierta actividad fueron los edificios gubernamentales y los hospitales públicos, donde los trabajadores más fieles al Gobierno siguieron denunciando que las protestas son un “golpe de Estado” orquestado por la derecha internacional.

El paro tuvo lugar un día antes de que el Gobierno y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia reanuden el diálogo, que llevaba suspendido desde mediados de mayo y en el que la Conferencia Episcopal de Nicaragua actúa como mediadora.

La Conferencia Episcopal de Nicaragua informó a través de un comunicado que hoy se reanudarán las conversaciones suspendidas el 23 de mayo y la Presidencia indicó ayer que Ortega no estará en esa reunión, sino que el Gobierno estará representado por el canciller Denis Moncada.

Las horas de terror

La población de Nicaragua denunció haber vivido horas de terror en la víspera del paro nacional de ayer.

Al menos 4 personas más murieron en la ciudad de Masatepe, a 48 kilómetros al sur de Managua, en un ataque de la Policía Nacional en combinación con fuerzas “parapoliciales”, denunció la Iglesia Católica. Además, informó que un monaguillo de 15 años de edad falleció en un ataque sorpresa realizado por “paramilitares” del Gobierno sandinista en la ciudad de León, al noroeste del país.

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“Me ha hecho llorar este mensaje que me acaba de llegar. Dios acoja en el altar del cielo a Sandor Dolmus, monaguillo asesinado hoy por paramilitares en León”, dijo el obispo Silvio Báez, en redes sociales.

En Jinotepe, la población afirmó haber sido agredida con helicópteros, desde donde los atacantes supuestamente descargaron balas y un tipo de veneno que asociaron a cipermetrina, un poderoso insecticida.

Horas antes en Diriamba, cercana a las anteriores, unos 40 policías huyeron de su cuartel y dejaron abandonados a los reos de la ciudad, porque los mandos superiores no les aceptaron sus renuncias tras haberse negado a disparar a la población, informó la Comisión Permanente de Derechos Humanos.

En Nagarote, a 40 kilómetros al noroeste de Managua, la violencia, que continuaba ayer en la mañana, cobró la vida de una persona.

Los manifestantes de Tipitapa, a 23 kilómetros al noreste de Managua, también reportaron un muerto, durante un ataque de policías y “parapolicías”.

Habitantes de Managua, Masaya, León, Ticuantepe, El Crucero y Chontales, en el Pacífico y centro de Nicaragua, también reportaron agresiones con armas de guerra, en especial AK-47, de fabricación rusa.

Los ataques cerraron con una experiencia enternecedora, ya que hacia el final en Jinotepe una bebé nació al pie de una barricada.

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La madre, que se dirigía a un hospital, no tuvo tiempo de llegar, y un grupo de médicos que estaba atrincherado en la barricada decidió atenderla, hasta que nació “una hermosa bebé entre las balas asesinas del régimen”, informó uno de los manifestantes.

En varios de los sitios donde hubo protestas la gente también gritaba consignas como “¡Pueblo, únete!” o “¡De que se van, se van!”, en referencia a Ortega y a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.

Y en medio del paro nacional los únicos espacios que se llenaron fueron los templos católicos, donde los fieles acudieron para asistir a misa.

Medardo Medina, representante de los campesinos que se oponen a la construcción del canal interoceánico desde hace 5 años, expresó ayer que Ortega “ha mostrado su incapacidad de seguir gobernando y no ha parado de matar gente”.