Evan Davis: “Hay demasiadas mentiras en la política”

El triunfo del Brexit y de Trump llevan a pensar que hay algo en la comunicación política que motiva a los ciudadanos a votar por opciones que, tras un análisis racional, pueden resultar peligrosas.

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Por Ricardo Avelar

06 November 2017

El inesperado triunfo del ‘Brexit’ (la opción activar la salida del Reino Unido de la Unión Europea) en el referéndum sostenido hace casi un año y medio sigue sorprendiendo a los principales analistas políticos a lo largo del viejo continente.

Sí es cierto que la burocracia europea ha provocado reacciones adversas a lo largo de los países miembro, especialmente dentro de algunas industrias que se han visto afectadas; además, el esquema de fronteras abiertas ha generado polémica ante la reciente ola de atentados, pero salir de uno de los bloques regionales más importantes sigue siendo, para muchos, un paso demasiado arriesgado, considerando los altos costos que este podría traer.

Ante estas interrogantes, algunos expertos consideran que la motivación de votar por salir de la Unión Europea va más allá de consideraciones racionales y que gran parte de los más de 17.4 millones de personas que abrazaron esa opción se dejaron influenciar, al menos en parte, por argumentos emocionales.

Al menos ese es el planteamiento de Evan Davis, renombrado periodista, quien por años trabajó para la BBC y recientemente presentó su libro Post-Truth: Why We Have Reached Peak Bullshit and What We Can Do About It (Post verdad: por qué hemos alcanzado la cúspide de las mentiras y qué podemos hacer al respecto).

En un conversatorio reciente en la prestigiosa London School of Economics, Davis expuso sin vacilación su hipótesis: la política está trascendiendo de la verdad, especialmente en periodos de alta tensión política.

Si bien el experto aseguró que entiende la complicada relación entre los políticos y la verdad, sostuvo que en situaciones de alta polarización (como la vivida por los británicos en los días previos al referéndum) “hay una alta tentación para estacionar el lado racional de nuestros cerebros y creer lo que ‘nuestro bando’ nos dice que hay que creer”.

Es así como, a su juicio, situaciones como creer ciegamente en los peligros de la migración y culpar a la globalización de una situación económica desfavorable se vuelven temas populares en la agenda pública.

 

El caso de Trump

Evan Davis no solo habló de Brexit en su presentación. El polémico Donald Trump también ganó minutos de atención en su presentación ante un salón lleno de estudiantes, académicos y periodistas.

Y es que, en su criterio, el triunfo de la salida británica de la Unión Europea y el ascenso del magnate inmobiliario a la presidencia de Estados Unidos tienen fundamentos similares: campañas basadas en medias verdades, en planteamientos emocionales y en apelar a generar divisiones. En ambos casos, por ejemplo, el fenómeno del terrorismo y la crisis de refugiados fueron utilizados como temas políticamente rentables, subraya el experto.

Pero, ¿por qué la gente cree estas mentiras? Por un lado, el autor de “Post verdad” ve en ambos casos un rompimiento de la política tradicional. Tanto las burocracias de Bruselas como de Washington han generado, por años, sentimientos de rechazo pero nunca antes alguien había podido capitalizar este sentimiento y transformarlo en una opción política viable.

Los apologistas del Brexit y Donald Trump lograron poner palabras atractivas en la frustración y “en tiempos donde el público deja de confiar en las viejas élites políticas y estas se quedan sin un mensaje claro, una nueva clase de mentiras suena diferente y refrescante”, dijo Davis.

Más aún, “aunque Trump generó anticuerpos durante la campaña, sus mentiras sonaban genuinas y nunca pareció que pretendiera decir algo que no creyera. Por otro lado, Hillary Clinton era poco clara, opaca. El votante americano se enfrentó al dilema de un ‘outsider’ mentiroso que suena auténtico versus una miembro de la élite política con un discurso prefabricado”.

Entonces, concluyó el autor, el votante no busca escapar de las mentiras per sé, sino que busca una nueva narrativa. Eso, a su juicio, explica el triunfo de ambas campañas.

 

No todo es negativo

Podría parecer que el mundo está en problemas si líderes carismáticos son capaces de derribar la confianza en instituciones regionales que acercan a los países o en conceptos tales como la globalización, el comercio o las fronteras abiertas. Los grandes principios democráticos y de cooperación que florecieron en la década de los noventas, cuando el mundo pareció haberse hartado de la lógica bipolar de la guerra fría, están comenzando a enfrentar grandes pruebas.

Sin embargo, para Evan Davis no todo es sombrío dentro de este panorama. Por un lado, considera, “la verdad siempre tiende a salir”. Por ello, él no expresa tanto temor ante la ola de mentiras y mensajes sensacionalistas de algunos políticos.

Por otro lado, “estas mentiras producen resultados pobres y los políticos, unos años después de llegar al poder, empiezan a ser juzgados por sus resultados y no por sus promesas”, aclara.

Finalmente, atribuye gran parte de la responsabilidad de mirar más allá de las mentiras a los periodistas y a los medios de comunicación.

El también comunicador exhortó al periodismo a contrastar los discursos fáciles de consumir y a ir más allá del recuento de declaraciones. Los ejercicios de verificación de datos (‘fact checking’) son fundamentales para la sobrevivencia de principios democráticos y de la decencia en la política, sostuvo.

Esto requiere abandonar esquemas sensacionalistas, como el adagio inglés de si sangra, vende (“if it bleeds, it leads”) y empezar a dar a las audiencias datos más relevantes.

Afortunadamente, explica, los días en que los medios de comunicación podían acomodarse han terminado, pues las condiciones de la industria y el surgimiento de medios alternativos —generalmente digitales — están motivando una competencia por ganar la atención de las audiencias con mejores contenidos. Si esto es así, la ciudadanía puede tener mayores protecciones ante la ola de mentiras, dijo un tanto esperanzado Davis.

Finalmente, el experto aclaró que para que esta protección de los medios ante las mentiras funcione se necesitan al menos dos condiciones.

La primera, que la ciudadanía lea las noticias críticamente y deje de aceptar ciegamente lo que dicen quienes piensan de manera similar. La segunda, y más importante, que debe eliminarse cualquier colusión entre política y prensa.

 

¿Se puede confrontar a estos políticos?

En todas partes hay políticos mentirosos, explicó Davis, y muchos de ellos no están siquiera interesados en ser cuestionados o dispuestos a aceptar que sus argumentos fallan.

Por ejemplo, ante promesas populares, pero vacías, como el simplismo de que la migración deriva en crimen, el periodista lamenta que no hay forma de atraer a un político al campo de la razón mientras dice su mensaje, pues el objetivo del mensaje es precisamente el contrario: permanecer en el terreno de lo emotivo, de lo que le genera votos.

Por ello, su estrategia es diferente. Exponer a un político es más fácil cuando se hace referencia a lo que no ha pasado o a los pocos resultados de su programa político.

Puede que el político en cuestión no reconozca su fallo automáticamente, lamenta, pero asegura que poco a poco el votante va generando defensas más altas cuando se da cuenta que propaganda no equivale a efectividad ni a resolución de problemas complejos.