El proceso electoral que llega a su culminación hoy en Nicaragua está libre de una de las quejas recurrentes en otros procesos: los candidatos no se la pasaron insultando unos a otros.
Lo que pareciera un avance civilizado se explica en realidad de otra forma: no se ofendieron, porque se dedicaron a ignorarse mutuamente.
Esa estrategia podría parecer buena si los candidatos a alcaldes y concejales se hubieran dedicado a plantear sus propuestas y planes con seriedad. En vez de eso, la ciudadanía los percibió como “desinformados”, “populistas”, “mentirosos”, o simplemente “locos” y hasta “payasos”.
En el caso específico de Managua, que se inunda en cada invierno porque ocupa el espacio por donde bajan a gran velocidad las aguas de las sierras altas que buscan el lago Xolotlán, los candidatos prometieron que ellos eliminarían las inundaciones y fueron vistos como oportunistas.
Te puede interesar:
http://www.eldiariodehoy.com/noticias/internacional/63152/nicaragua-en-vilo-por-posibles-sanciones-de-ee-uu/
Peor les fue a los candidatos de un partido que filmaron un anuncio de campaña en un bus de transporte colectivo, por lo que fueron tildados de “populistas” ante el hecho de que, al menos el adinerado candidato a alcalde de ese partido, nunca antes se hubiera subido a un bus.
La promesa del aspirante del Partido Conservador, Alfredo César, de usar sus influencias en Washington para proteger a la ciudad de Managua de las sanciones económicas de Estados Unidos generó una corriente de escepticismo que en vez de beneficiar, perjudicó al aspirante a edil.
En otros casos, los postulados de los partidos tradicionales se negaron a sentarse a debatir con sus pares de partidos más pequeños, asegurando que su “verdadero contrincante” era la aspirante del partido oficialista.
Pero el que ha roto todos los moldes es el poeta Ariel Montoya, candidato por el renacido partido Alianza por la República (APRE), cuyas promesas de campaña han sorprendido a propios y ajenos, arrancando sonrisas entre los escépticos y despertando críticas entre quienes lamentan que el proceso electoral se haya vuelto un circo.
El candidato llegó a prometer que congelaría parte del lago de Managua, para que los niños puedan patinar ahí; además de hacer desfilar 400 elefantes por la ciudad (en alusión a un poema de Rubén Darío) y fumigar Managua para “eliminar todos los zancudos, alimañas y sabandijas”, y hasta llegó a firmar un código de ética con su propia sangre.
Sigue leyendo:
http://www.eldiariodehoy.com/noticias/internacional/63034/soy-victima-de-daniel-ortega-denuncia-joven-en-nicaragua/