Venezuela se ha convertido en "súper carretera" de cocaína

Un informe de CNN da cuenta del alza de aviones con cocaína que parten con la venia del chavismo. Según la cadena, los niveles de rentabilidad de este negocio pueden explicar por qué el ejército aún no da la espalda a Nicolás Maduro.

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Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Cilia Flores, esposa de Maduro. Según autoridades de Estados Unidos, Cabello está vinculado al narcotráfico. Los sobrinos de Flores están presos en EE. UU. por delitos relacionados a drogas. Foto de Archivo.

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22 April 2019

El 18 de febrero el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, llamó a las fuerzas armadas venezolanas a permitir el ingreso de ayuda humanitaria a este país sumido en crisis. En su mensaje, recalcó que los militares que dieran la espalda al régimen de Nicolás Maduro recibirían una amnistía por los diversos delitos cometidos contra la población civil en este país.

“La orden está dada. De nuevo, señores de la Fuerza Armada, permitan que entre la ayuda humanitaria, tienen la oportunidad de ponerse del lado de la Constitución, de las necesidades de la gente” dijo Guaidó desde la ciudad de Cúcuta, en Colombia. Pese a una prohibición de salir del país, el líder opositor al chavismo cruzó la frontera gracias a que militares permitieron su paso sin capturarlo.

El abandono de las fuerzas armadas al chavismo se ha visto como uno de los puntos que podrían lapidar al régimen de Maduro, que suma cada vez más detractores que ven su permanencia en el poder como usurpación de funciones.

En su momento, se consideró que habría una deserción masiva de elementos castrenses en este país, pues ellos también están sometidos a la dura situación de pobreza y escasez de bienes básicos que enfrenta el pueblo venezolano. Sin embargo, pese a las altas expectativas de Guaidó y la oposición, no se produjo un movimiento significativo.

Una de las razones, de acuerdo a un reportaje reciente de la cadena CNN, es el involucramiento del aparato militar venezolano en el lucrativo tráfico de cocaína, la cual proviene de Colombia, ingresa a Venezuela con la complicidad de las autoridades locales y sale, mediante pistas clandestinas, a Centroamérica para seguir su camino al mercado final: los Estados Unidos.

La “súper carretera” de drogas

De acuerdo con el reciente reportaje de CNN titulado “La corrupción venezolana ha creado una ‘súper carretera’ de cocaína hacia Estados Unidos”, el tráfico de esta sustancia se ha disparado en los últimos años.

 

Esto, afirma el informe del periodista Nick Paton Walsh, se ha dado con el consentimiento del régimen de Maduro y la cooperación de las fuerzas armadas venezolanas, las cuales, indica CNN, están presuntamente vinculadas con este masivo tráfico de drogas.

Según la cadena de noticias, funcionarios de Estados Unidos y América Latina han asegurado que la corrupción en este país ha permitido que ese negocio florezca, en medio de una profunda crisis económica y política que mantiene en una situación crítica a sus pobladores.

En esencia, la carencia casi completa de institucionalidad y control a los actos de gobierno ha favorecido que altas estructuras políticas y militares del chavismo se vean no solo como cómplices, sino como partes fundamentales de un esquema lucrativo de tráfico de cocaína.

Esta investigación ha identificado una de las principales rutas en las que esta sustancia es transportada. Según CNN, gran parte de esta cocaína es procesada en laboratorios colombianos, los cuales están bajo el control de carteles locales.

Desde ahí ingresan cargamentos hacia Venezuela que entran por puntos “ciegos” del territorio, con la venia de las autoridades de este país. Posteriormente, esta droga es trasladada a regiones donde hay una alta presencia de pistas clandestinas desde donde se cargan avionetas para llevar la cocaína hasta América Central, en particular Honduras, donde la presencia estatal en parte del territorio es escasa.

A medida avanza el derrumbe institucional en Venezuela, se incrementan estos envíos de drogas. Según datos del gobierno estadounidense, en 2017 se registró un total de 128 vuelos desde pistas clandestinas. Es decir, dos o tres vuelos cada semana. En 2018, las autoridades recogen un total de 224 vuelos cargados de cocaína, un total de cuatro por semana. Si la tendencia se mantiene, 2019 cerrará con un promedio de ocho vuelos diarios, por lo que el año podría cerrar con más de dos mil cargamentos.

Hace unos años, estos aviones solían partir del estado de Apure, en el suroeste de Venezuela, con una extensión de 76,500 kilómetros cuadrados (casi cuatro veces el tamaño de El Salvador). Sin embargo, la mayor parte de su territorio está deshabitado. Esto y un territorio mayoritariamente selvático hace que este territorio sea atractivo para la narcoactividad.

Sin embargo, desde hace alrededor de tres años, informa CNN, el movimiento de aviones cargados de droga colombiana se trasladó del remoto Apure a Zulia, al lado del mar Caribe. Desde esta región, que es más desarrollada, poblada y con más presencia estatal, se acorta el tiempo de viaje, con lo que se reduce el costo de envío y se vuelve más lucrativo el negocio. Hacer estos envíos desde una región con fuerte presencia urbana puede dar cuenta de un aparataje estatal que forma parte de este lucrativo negocio.

Según datos oficiales, solo en 2018 se transportaron 240 toneladas métricas de esta sustancia. Es decir, 240,000 kilogramos. A raíz de las dificultades logísticas del transporte, los sobornos a autoridades de todo nivel en los países de paso y el demandante mercado de esta droga en su destino final, Estados Unidos, estas 240 toneladas pueden llegar a generar hasta 40,000 millones de dólares a los carteles de la droga.

“Los traficantes de drogas están explotando más la complicidad de las autoridades venezolanas y el más reciente vacío de poder en el país”, dijo a CNN un oficial estadounidense bajo condición de anonimato.

Estos aviones, según se desprende del reportaje de Paton Walsh que tuvo acceso a un radar secreto de Estados Unidos, llegan principalmente al caribe hondureño, una región que también cuenta con poca presencia policial.

Según datos de las fuerzas armadas hondureñas y las Naciones Unidas, para el año 2012, en solo cuatro departamentos de este país centroamericano (Olancho, Colón, Gracias a Dios y El Paraíso) se registraba un total de 62 pistas clandestinas. Se presume que ese número se ha disparado desde esa fecha hasta hoy.

De hecho, CNN muestra en su informe la cantidad elevada de avionetas que son abandonadas después de hacer llegar los cargamentos a Honduras. Pese a que estas aeronaves son costosas, la rentabilidad de la cocaína es tal que los carteles abandonan las avionetas una vez llegan, las sumergen en ríos locales o incluso les prenden fuego. Al final, lo que para muchos es un transporte de lujo para ellos es una herramienta desechable.

La economía de la cocaína

Desde Honduras, la droga se abre paso por tierra en Centroamérica hasta llegar a México y luego pasa a su destino final, Estados Unidos. La complicidad de autoridades, el pago de sobornos y la captura de instituciones genera costos que se trasladarán al consumidor estadounidense, que pagará un alto precio por un producto cuyo costo de producción es mucho menor.

En 2016, el medio especializado Business Insider reveló la cadena de valor de la cocaína. Según el reporte “De Colombia a Nueva York, la economía de la cocaína”, los granjeros en Colombia reciben poco más de un dólar por cada kilogramo de hoja de coca que cortan.

Para un kilogramo de cocaína base, el estado anterior a la sustancia que se vende en las calles, se necesita 450 kilogramos de hoja de coca, por lo que el costo de producción asciende a $585. Una vez procesado, en la zona rural colombiana se vende el kilogramo a $2,200.

Cuando esta llega a Centroamérica, se puede vender a $10,000 cada kilogramo y cuando llega a los puntos fronterizos de México con Estados Unidos, tras los costos logísticos y el pago de sobornos, el mismo kilogramo cuesta $16,000. Al llegar a su destino final, esta medida de droga puede llegar a costar hasta $27,000 en ciudades como Nueva York, donde el consumo de cocaína es elevado.

Decisiones contraproducentes

Recientemente, Donald Trump anunció que buscará cortar la cooperación al Triángulo Norte de Centroamérica, formado por Guatemala, Honduras y El Salvador. Además de impactar programas sociales y el fortalecimiento institucional, este recorte puede generar vacíos en los cuerpos de seguridad que con la cooperación estadounidense combaten al narcotráfico.

Según CNN, esta decisión podría favorecer a los carteles y el régimen de Nicolás Maduro, los cuales podrían transportar más cocaína en medio de estados más debilitados.

Esto podría fortalecer aún más financiera y territorialmente al régimen de Nicolás Maduro que parece resistir y aferrarse a su posición pese a la agravada crisis local, la escasez y pobreza de su gente, la presión internacional y a contar con una clara figura opositora por primera vez en años, Juan Guaidó.

Esto podría darle más flujo para pagar voluntades, sostener estados clientes y continuar esquemas corruptos que resistan la presión.

Estados Unidos ya ha aplicado sanciones a funcionarios y figuras cercanas a Nicolás Maduro, como el exvicepresidente Tareck El Aissami o el hombre fuerte del chavismo, Diosdado Cabello, quienes han sido vinculados al tráfico de drogas.

Por su parte, el chavismo reacciona acusando a Estados Unidos de imperialismo y violar su soberanía. Sin embargo, según el detallado informe de CNN, el régimen de Maduro está cooperando de forma cercana con el tráfico de droga. Y esta rentabilidad puede ser una de las razones que explican por qué, pese al llamado de Guaidó y la presión internacional, las fuerzas armadas permanecen del lado de Maduro y este último se resiste a caer.