Venezolanos presionan en la calle por ayuda humanitaria

Decenas de miles acudieron al llamado de Guaidó para exigir al régimen de Maduro que deje entrar los alimentos, medicinas y productos de uso personal enviados por EE. UU. y que están en Cúcuta, Colombia.

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Foto EDH/ AFP

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12 February 2019

En medio de un mar de banderas venezolanas y sonoros gritos contra Nicolás Maduro, decenas de miles de manifestantes se lanzaron este martes a las calles del este de Caracas para tratar de quebrar el respaldo de los militares a la decisión del régimen de no permitir la entrada de ayuda humanitaria al país.

“Aquí vamos a seguir hasta lograr la libertad de Venezuela”, dijo el presidente interino de Venezuela y jefe de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, al asegurar ante la multitud que seguirá en las calles hasta lograr el cese de la “usurpación” del Ejecutivo por parte de Maduro. “El usurpador va a tener que irse, si o si”, agregó.

Guaidó, quien ha sido reconocido por docenas de países, anunció que a partir del 23 de febrero comenzará a ingresar la ayuda humanitaria al país y que durante el próximo fin de semana se realizarán asambleas de voluntarios para definir el proceso de ingreso de la ayuda que se encuentra almacenada en un centro de acopio de la ciudad colombiana de Cúcuta y en otro que se abrió este martes en la población brasileña de Roraima.

El dirigente no precisó cómo entrará la ayuda y solo adelantó que de ser necesario irán en caravanas y en movilizaciones. “La ayuda humanitaria entra sí o sí”.

El anuncio lo hizo desde un atril con logo presidencial y bajo una foto del médico José Gregorio Hernández, considerado como milagroso por los venezolanos y en proceso de beatificación.

“Anunciamos entonces, que luego de estar organizados, de estar comunicados, de estar ordenados en este momento, de haber ordenado a las Fuerzas Armadas que permitan el ingreso, hacemos el anuncio del día que va a empezar a ingresar la ayuda humanitaria, tendremos que ir en caravanas en protestas, en movilización, en acompañamiento”, añadió Guaidó entre el jolgorio de sus simpatizantes.

Sin revelar el cargo que ocupa Francisco Hernández, un empleado público de 57 años, rompió el miedo que domina a muchos de sus colegas del sector estatal y marchó para exigir un cambio de gobierno en Venezuela.

“No podemos soportar esto más”, dijo Hernández mientras recorría una avenida del este de Caracas y aseguró que “nada detendrá el movimiento de cambio” que arrancó en enero porque “estamos cansados de tanta miseria, de tanto atraso, de tanto atropello al pueblo venezolano. Es la hora de la libertad”, agregó.

Hernández atribuyó la reanudación de las protestas, luego de dos años de letargo, a la profundización de la crisis económica y el desenfrenado avance de la hiperinflación, que ya superó el millón por ciento, que impide a una porción importante de los trabajadores sobrevivir con un salario mínimo que está en alrededor de los cinco dólares.

El hombre admitió que la valentía de Guaidó también ha contribuido a animar a la gente a volver a salir a las calles. “Guaidó ha sido una figura valiente y ha tenido guáramo (valor). No lo podemos dejar solo”, acotó.

Sosteniendo con su brazo izquierdo una pequeña estatua color marfil de la Virgen del Valle, María Vallera, una menuda desempleada de tez morena y cabello canoso corto, relató que decidió caminar más de 30 kilómetros desde su casa en la populosa barriada pobre de Petare, en el este de la ciudad, para lograr que “cambie esta pesadilla”.

“Estamos viviendo en el hambre, la miseria y la escasez”, dijo Vallera. La mujer relató que la pensión de unos seis dólares que recibe “ni me sirve para sobrevivir”.

“En los 75 años que tengo de vida, incluidos los años de dictadura que viví en mi juventud, nunca había vivido una pesadilla como esta”, afirmó la mujer. “Él nos devolvió la esperanza. Nos dio un nuevo aire”, agregó refiriéndose a Guaidó.

A Guaidó, que hasta inicios de año era un político poco conocido, algunos analistas ya lo consideran un “fenómeno político”. Maduro y otras figuras del oficialismo han desestimado su liderazgo.

La protesta opositora coincidió con una marcha que convocó Maduro en el centro de Caracas para conmemorar el Día de la Juventud, que recuerda una batalla librada por jóvenes en la lucha por la independencia del país, y para recolectar firmas para una carta contra la intervención de Estados Unidos en el país sudamericano que Maduro prometió enviar a la Casa Blanca.

En las últimas semanas Washington ha encabezado, junto con la mayoría de países de la región y la Unión Europea, una serie de acciones para presionar a Maduro para que deje el poder y para que haya una convocatoria a elecciones libres. A fines de enero la Casa Blanca aprobó nuevas sanciones contra la corporación petrolera estatal (PDVSA), principal generador de divisas del país, lo que representó un duro golpe a las finanzas chavistas.

Guaidó anunció el lunes la entrega en Caracas de un primer cargamento de suplementos alimenticios a una organización privada que cubre varios hospitales y dispensarios.

La chavista Delcy Rodríguez, quien ha fungido como vicepresidenta de Venezuela, aseguró ayer, sin ofrecer pruebas, que la ayuda alimentaria que Estados Unidos destinó para paliar la crisis venezolana “es cancerígena” y envenenará a quienes la consuman.

Estados Unidos envió la semana pasada el primer cargamento de ayuda humanitaria a Cúcuta, Colombia, aunque aún no se ha reportado su entrada a territorio venezolano porque el puente entre ambos países ha sido bloqueado con contenedores y rejas colocadas por militares venezolanos por órdenes de Maduro.

Otros países también están enviando ayuda a los venezolanos.

El Reino Unido anunció ayer que enviará ayuda humanitaria a Venezuela por valor de 7.4 millones de euros (8.4 millones de dólares).

El Ministerio británico de Desarrollo Internacional informó que la ayuda británica incluirá “paquetes de emergencia” para tratar a niños con malnutrición, vacunas y agua potable para “las comunidades más vulnerables afectadas por la crisis en Venezuela”.

El Ejecutivo asegura que la hiperinflación en el país latinoamericano ha llevado a un “colapso económico” que impide a muchos venezolanos pagar la comida y otras necesidades básicas.