Empresa de logística Styba consolida operación de refrigerados

El emprendimiento inició sin que los propietarios lo planearan, pero desde su primer año de operaciones ha crecido a dos dígitos. Actualmente, la empresa invierte en una bodega a temperatura controlada, y en noviembre inicia con otra adicional

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Por Omar Cabrera

04 October 2017

Cinco años después de haber comprado una fábrica de plástico, la familia Sol Meza Aguilar llegó a la conclusión de que no quería seguir en esa actividad. “Era un negocio que nosotros no veíamos gran futuro en él”, recuerda Ricardo Sol Aguilar. “Veíamos un incremento del producto importado desde China, que nos hacía una gran competencia”.

La fábrica estaba ubicada en un sector de gran plusvalía: la zona industrial de Ciudad Merliot, en Antiguo Cuscatlán. Cuando decidieron parar la producción, corría el año 2005.

Sol Aguilar recuerda que el plan de la familia era dar en arrendamiento las instalaciones de la ya extinta fábrica. Pero las cosas no salieron como esperaban. “Hay poco cliente que requiera un plantel tan grande como el que tenemos”.

El empresario cuenta que si bien no encontraban un solo cliente que quisiera arrendar la totalidad de las instalaciones, había otros que le decían “mirá, no te puedo alquilar todo, pero alquilame un pedacito”. Y dos años después de tener las bodegas ociosas, en 2007, decidieron darle espacio al primer inquilino.

“Una vez empezamos a tener nuestro primer cliente, a los tres meses teníamos las bodegas llenas”, recuerda, con alegría, Sol Aguilar.

La familia no era desconocida en el ámbito empresarial del país. Sus negocios llevaban ya casi cuatro décadas, luego de que el patriarca, Ricardo Sol Meza, fundara una empresa de rótulos y vallas publicitarias que llegó a convertirse en una de las más grandes del país: Arte Comercial.

 

Momento oportuno

Sol Aguilar destaca que el negocio de almacenaje, que hoy se llama Styba, inició operaciones en octubre de 2007. “Comenzaba la temporada alta de diciembre, y logramos así que nos probaran clientes que anteriormente no ocupaban bodegas de terceros, que se veía que para temporada no tenían cómo guardar producto, y lograron probarnos en ese momento”.

La demanda fue tan grande que para diciembre la empresa ya no daba abasto, y tuvo que rechazar algunas solicitudes de clientes, asegura el empresario.

Styba comenzó ofreciendo servicio de almacenamiento de productos secos, pero un año después, uno de sus primeros clientes dijo que necesitaba guardar alimentos perecederos. Para ello se requería una bodega insulada, y con equipo de refrigeración que permitieran manejar temperatura controlada.

La empresa hizo un estudio de mercado que concluyó que había cierta demanda para ese servicio, pero no arrojaba resultados concluyentes, recuerda Sol Aguilar. Aún así, la familia tuvo la intuición de que el nicho prometía buenos resultados y decidieron invertir para transformar 1,000 metros cuadrados de las instalaciones en bodega refrigerada.

Cuando la bodega estuvo lista, el primer cliente ocupó cerca de la quinta parte. El resto era inversión sobre la cual pendía la incertidumbre, recuerda el empresario. Pero en los siguientes meses, el mercado les dio la razón, y la demanda fue tal que nuevamente superó a la oferta.

Styba sigue operando en los mismos 7,000 metros cuadrados originales con que contaba en Ciudad Merliot, y ha tomado en arrendamiento otra bodega en el Plan de La Laguna.

Sol Aguilar explica que siguen manejando productos secos porque hay clientes, como cadenas de restaurantes, que necesitan almacenar tanto producto a temperatura controlada como seco.

Este año, la empresa ha invertido cerca de 1.5 millones de dólares para reconvertir 700 metros cuadrados de bodega para secos en bodega con temperatura controlada, según explicó el presidente de Styba. La inversión también se ha destinado a equipo de transporte y de manejo de materiales.

Styba cuenta actualmente con una flota de seis camiones propios, desde pequeños para paquetería, hasta grandes para mercadería pesada. Estos vehículos prestan servicio tanto en El Salvador como en países vecinos.

Sol Aguilar añade que una vez terminada la bodega que están acondicionando para perecederos, comenzarán a reconvertir otra de 350 metros cuadrados, a la que también le aumentarán altura, para ganar más espacio de almacenamiento.

Al mirar en retrospectiva, el empresario se muestra satisfecho del curso que ha seguido la empresa, que según dice, ha crecido todos los años a dos dígitos, aún en medio de la gran crisis económica internacional.

“Estamos agradecidos con Dios, con el país y con nuestros clientes”, destaca Sol Aguilar.