Se prevé que para 2025 habrá más de 75 mil millones de dispositivos conectados en todo el mundo, desde dispositivos domésticos inteligentes hasta dispositivos de salud en línea, lo que representa una amenaza real para la ciberseguridad, según afirma la empresa desarrolladora de soluciones de seguridad ESET.
A medida que se introducen más dispositivos conectados en la vida cotidiana, aumenta la cantidad de datos personales y confidenciales compartidos, al igual que la cantidad de puntos de entrada a las redes. “Los cibercriminales utilizarán este aumento en la cantidad de dispositivos conectados a Internet para su ventaja y los usuarios, por lo tanto, no pueden permitirse el lujo de descuidar la adopción de medidas de seguridad”, dijo Matej Krištofík, gerente de producto de ESET.
Actualmente las amenazas que más están creciendo en el mundo cibernético son el malware y el phishing.
Según InfoSpyware, cuando se habla de malware nos estamos refiriendo a un abanico de programas o códigos informáticos maliciosos que buscan dañar un sistema o causar un mal funcionamiento de este; acá encontramos a los virus, troyanos, gusanos (Worm), keyloggers, botnets, ransomwares, spyware, adware, hijackers, keyloggers, fakeAVs, tootkits y bootkits, entre otros. Para protegerse los expertos recomiendan utilizar antivirus actualizados y cortafuegos.
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El término phishing “es utilizado para referirse a uno de los métodos mas utilizados por los delincuentes para estafar y obtener información confidencial de forma fraudulenta como puede ser una contraseña o información detallada sobre tarjetas de crédito u otra información bancaria de la víctima”.
No hay mucha conciencia sobre la necesidad de proteger los datos
En una encuesta realizada por la consultora EY entre 1,200 participantes de más de 20 sectores industriales del mundo, se confirmó que el 87 % de las empresas reconocieron que para implementar sistemas de seguridad necesitan invertir el doble en recursos para contrarrestar los ciberataques. Además el 77 % considera el descuido de un miembro de la empresa como la fuente más probable de un ataque; el 57 % no tiene un programa informal de inteligencia ante amenazas; y el 48 % tampoco tiene un Centro de Operación de Seguridad pese a que se está volviendo cada vez más común.