¿Qué es lo más valioso que tiene El Salvador? La respuesta es unánime: su gente. Pero, ¿qué pasa si estos ciudadanos no han tenido una buena educación infantil, si no han sido bien nutridos o tenido un buen acceso a salud y vivienda?
No invertir en la gente es seguir reproduciendo y exacerbando las desigualdades de origen que nos mantienen en el subdesarrollo.
Así lo afirmó Rafael de Hoyos, representante del Banco Mundial y uno de los principales expositores del Encuentro Nacional de la Empresa Privada (ENADE 2018) que ayer propuso a los candidatos presidenciales de 2019 invertir en la gente, en su educación, su salud, nutrición e infraestructura.
“Lo más valioso que tenemos es nuestra gente y esta es una ventana de oportunidad importante. Tenemos que salirnos de la caja y ver los problemas de diferentes dimensiones para lograr resolverlos”, señaló Luis Cardenal, presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), durante su discurso en el encuentro empresarial.
Para este ENADE, la ANEP se ayudó de cinco especialistas con los que formuló un paquete de propuestas encaminados a mejorar el desarrollo humano de los salvadoreños desde sus primeros 1,000 días de nacidos.
Así, por ejemplo, Alejandro Poma, director ejecutivo de la Fundación Poma y quien lidera el Indice de Progreso Social en el país, destacó la importancia de invertir desde hoy en los niños y su nutrición.
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“Invertir en la primera infancia es invertir en el futuro. Problemas como la violencia, la desintegración familiar y social, la migración y el desempleo están directamente asociados a la falta de oportunidades para el desarrollo de los niños. Los primeros 1,000 días de vida de los niños son clave para su desarrollo pleno. Todo el cuidado y la estimulación que reciban en esta primera etapa de su vida determinará su salud, sus habilidades cognitivas, su desarrollo físico y socio-afectivo para el resto de su vida”, afirmó.
Según Poma “ha hecho falta una política pública que esté diseñada en promover el desarrollo integral de la niñez”, y agregó que se debe buscar la mejora continua en las intervenciones, promover modelos efectivos que funcionen sin filtros políticos y la forma de interactuar y de trabajar es vital, para asegurar que las ejecuciones de los programas sean efectivas.
Jimmy Vásquez, de UNICEF, planteó que uno de los grandes problemas del país es la baja atención a la infancia. En 2040 un poco más del 65 % de la fuerza productiva salvadoreña estará constituida por personas que en 2018 tienen entre los 0 y 24 años. “El desarrollo tiene un costo y el subdesarrollo tiene un peso macro, pero podemos desarrollar tres intervenciones que tienen un potencial transformador para la vida de miles de niños: antes de la escuela, que es apoyar a las familias por medio de visitas domiciliares; la segunda el cuidado infantil temprano y la tercera la educación inicial de calidad”, explicó Vásquez, quien agregó que “invertir en la niñez hoy es apostar por la competitividad económica del mañana”, un mejor medio ambiente, comunidades más seguras y mejor infraestructura.
De Hoyos presentó tres cifras reveladoras en las que los salvadoreños pueden encontrar la explicación a sus problemas: 498,593 es el numero de niños que está inscrito en el sistema de educación, pero que no tienen una buena comprensión de lectura, les cuesta sumar, restar o dividir y por lo tanto, también tienen problemas para abordar temas cotidianos. Además hay 50,227 jóvenes que año con año abandona el nivel de educación media y lo hace sin las habilidades y competencias mínimas para ingresar al mercado laboral de forma eficiente y efectiva.
Además hay 716,656 jóvenes que ha abandonado el sistema educativo durante los últimos 10 años, con lo cual se convierten en presa fácil para el crimen organizado.
Y a estos problemas se le suman graves deficiencias en el sistema de salud, que comienzan por un bajo presupuesto y poco reconocimiento del sector médico, según explicó Milton Brizuela, presidente del Colegio Médico del país. “La mayoría de la población está en un sistema de salud fragmentado. Hay que buscar el acceso equitativo al sistema de salud”, señaló.
Por su parte Waldo Jiménez, director de Asuntos Económicos y Sociales de ANEP, habló sobre la importancia de la infraestructura básica para el desarrollo humano y explicó que en 2010 El Salvador se encontraba en desarrollo humano en la posición 106 en el 2010; muy por debajo de Chile, Argentina y Costa Rica. Al revisar cómo está El Salvador en el 2017, bajó de la posición 106 a la 121 y esta cifra se repite en la generación del PIB.
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“Tanto en desarrollo humano, como en generación de riqueza nos hemos deteriorado y El Salvador podría avanzar si invierte en educación, salud e ingreso por habitante. Esto le valdría avanzar al menos 13 posiciones en su desarrollo humano. En 2005 ANEP dijo que había que invertir en metas básicas, es decir cobertura universal de agua potable, electricidad y caminos y sistema adecuado de desechos sólidos; hay que focalizar los recursos”, expuso Jiménez.
Agregó que hay que enfocarse en la 56 mil viviendas que no tienen energía eléctrica en el país; actualmente en El Salvador 16 municipios aún adolecen de una calle principal de tierra; también aún hay 161 mil familias que no tienen acceso a agua potable y 200 mil familias que no tienen acceso a saneamiento y una veintena de municipios que no tienen acceso adecuado de desechos sólidos.
Las propuestas
Pero, para resolver estos problemas se necesita voluntad política y un compromiso que vaya más allá de los periodos electorales.
Luis Cardenal afirma que los políticos nunca quieren trabajar en este tipo de propuestas porque sus resultados no se ven en el corto plazo. “Al político no le importa lo que pasará en 20 años. El quiere el voto ya”, afirmó Cardenal.
Sin embargo, Jimmy Vásquez afirma que si el país quiere cambiar sus condiciones en los próximos 20 años no puede esperar y debe comenzar hoy.
Como propuestas plantea un programa nacional de apoyo familiar que permita visitas domiciliarias y grupales para niños de 0 a 3 años en familias vulnerables.
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También se pueden desarrollar programas de cuido infantil para los niños de entre 0 y 3 años pues es es en esta etapa en la que se desarrolla el 90% del cerebro humano.
En una tercera propuesta Vásquez plantea una intervención en educación inicial de calidad para niños de 3-5 años. La meta es es alcanzar entre el 85% y 90% de participación de los niños de 3, 4 y 5 años dentro del sistema público de parvularia, concluyó.
De Hoyos insistió, por su parte, en mejorar el sistema educativo iniciando por sus formadores para que estos desarrollen en los niños y jóvenes habilidades que les serán de gran importancia para el desarrollo económico del país.