El Salvador es el segundo peor país del mundo en usar fondos públicos

El Foro Económico Mundial colocó al país en el penúltimo lugar, solo arriba de Venezuela.

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Foto EDH/Archivo

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08 October 2018

La eficiencia en el manejo del dinero del pueblo no es precisamente una de las características que identifican a El Salvador. En la última Encuesta de Opinión Ejecutiva del Foro Económico Mundial (FEM), el país recibió una puntuación de 1.6 y se colocó en la penúltima posición de la lista mundial

La encuesta, que pregunta a los ejecutivos de cada país qué tan eficiente es el Gobierno en gastar los ingresos públicos, utiliza una escala de entre 1 y 7, siendo 1 extremadamente ineficiente y 7, extremadamente eficiente.

Así, en el ranking del organismo internacional, El Salvador se colocó en la casilla 135 de 136 naciones evaluadas, superando solo a Venezuela (que obtuvo una calificación de 1.1).

Con el penúltimo lugar del mundo, el gobierno salvadoreño quedó rezagado hasta por sus pares centroamericanos: Nicaragua y Panamá lideraron el ranking de la sub región al colocarse en la posición 86 y 93, respectivamente; seguidos por Costa Rica (101) y Honduras (102). Guatemala incluso estuvo diez casillas más arriba que El Salvador.

La encuesta es considerada “la voz de la comunidad empresarial” en el Reporte de Competitividad Global que elabora cada bienio el FEM. Cabe destacar que este instrumento tiene como objetivo “medir conceptos críticos, como el apetito por el espíritu empresarial, el alcance de la brecha de capacidades y la incidencia de la corrupción, para complementar la tradicional fuente de estadísticas y proporcionar una información más precisa”.

Y es que, gastar los recursos públicos de manera eficiente es crucial para un país porque, en la práctica, el gasto ineficiente puede tener el mismo resultado que no hacer nada.

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En su informe “Mejor gasto para mejores vidas”, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que la mayoría de países de Latinoamérica gastan de manera ineficiente.

Según el organismo internacional, a veces los países tienen “ineficiencias técnicas”; es decir, los gobiernos hacen las cosas correctas pero de forma incorrecta, utilizando más de los recursos necesarios para alcanzar un determinado resultado.

La mayoría de esta ineficiencia técnica se engloba en: malgasto en adquisiciones, nómina salarial (remuneraciones a empleados públicos) y transferencias focalizadas como programas sociales que no llegan a quienes realmente los necesitan.

De acuerdo con el documento del BID, El Salvador es el segundo de América Latina con el mayor ratio de malgasto.

Se estima que la ineficiencia técnica del país representa el 6.5 % del PIB; en otras palabras, si la referencia son los $24,805 millones del PIB de 2017, el país está malgastando más de $1,600 millones.

Pero ¿En qué es lo que más gasta El Salvador? aunque tienen participación las adquisiciones, predomina el incremento en las remuneraciones y transferencias.

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El BID señala que el país supera el promedio de gasto de la región en las remuneraciones a los empleados públicos, tanto como porcentaje del PIB como en el porcentaje del gasto total. El tema cobra importancia porque aunque el empleo público no es uniformemente alto en todos los países, sí ejerce una carga financiera cuando los salarios promedio de los trabajadores del sector público son más elevados que los del sector privado (según el BID, en 2014 eran 25 % más altos).

“Los países que más malgastan son aquellos con las primas salariales más altas y una menor proporción de trabajadores no calificados”, como El Salvador y Guatemala con más del 20 %.

Más gasto sin resultados

Aunque en los últimos 20 años, el gasto público en América Latina y el Caribe aumentó 7 puntos porcentuales en promedio; esto no se refleja en el capital físico y humano de calidad o en beneficios sociales permanentes, lamenta el organismo.

Para el BID, la falta de profesionalismo, negligencia, corrupción “o una combinación de todo ello”, es lo que infla el costo de los insumos utilizados para producir los servicios públicos. Además, la ineficiencia también resulta ser una señal de mala gobernanza, falta de visión de los políticos y de instituciones débiles.

De manera que, “cualquier esfuerzo para aumentar el gasto cuando la eficiencia es baja no tendrá ningún tipo de efecto en la actividad económica”, asegura el documento.

Ineficiencias en las compras gubernamentales, servicios públicos y transferencias focalizadas podrían costarle a América Latina y el Caribe hasta $220,000 millones al año, o el equivalente al 4.4% del PIB regional.

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Actualmente, la estimación de 4.4 % en ineficiencia del gasto es mayor que lo que la región invierte en salud (4.1 %) y casi tan grande como lo que gasta en educación (4.8 %).

Para el BID, con esos $220,000 millones, sería suficiente para eliminar la brecha de la extrema pobreza e incluso para disminuir la pobreza moderada en numerosos países.

Por otro lado, los ahorros también podrían utilizarse para construir unos 1,225 hospitales con 200 camas (unos 47 hospitales más al año en cada uno de los 26 países).

De manera general, el BID recomendó a los países mejorar la eficiencia no solo en el gasto en infraestructura sino también en la gestión de las adquisiciones públicas, empleo público, sistemas digitales de datos integrados, presupuestos basados en resultados y la descentralización fiscal.

El informe ofrece una amplia gama de recomendaciones de políticas específicas. Entre ellas se incluye hacer un mayor uso del análisis de costo-beneficio para determinar sus mejores opciones presupuestarias, o la creación de organismos dedicados para la planificación estratégica que utilicen rigurosas evaluaciones del impacto de los programas gubernamentales antes de tomar decisiones sobre la asignación de recursos.

En el documento, el BID también propone la adopción de reglas fiscales que vayan más allá de la sustentabilidad fiscal para la protección de las inversiones.