El caso de Jamaica y su incidencia en la inversión

Dos investigadores jamaiquinos descubrieron la importancia de que los niños jueguen y lean junto a sus padres desde sus primeros años.

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Los resultados del estudio determinaron que los niños cuyas madres recibieron entrenamiento a través del programa lograron avances significativos en el desarrollo.

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28 September 2018

En la década de 1970, los investigadores Grantham-McGregor y Christine Powell, de la Universidad de las Indias Occidentales, comenzaron un proyecto de investigación destinado a ayudar a niños pequeños de familias pobres y sus madres en Kingston, Jamaica. El programa consistía en enviar a médicos y enfermeras a visitar a las madres todas las semanas en sus casas durante un periodo de dos años, y llevarles juguetes y libros que ayudarían a los padres a convertirse en mejores maestros para sus bebés y así aumentar la estimulación y el juego.

Según publica la revista Quartz, los resultados del estudio determinaron que los niños cuyas madres recibieron entrenamiento a través del programa lograron avances significativos en el desarrollo, y no solo en el corto plazo.

Veintidós años después, los niños de un grupo que habían recibido estas visitas no solo obtuvieron puntajes más altos en las pruebas de lectura, matemáticas y conocimiento general, sino que, además, se quedaron más tiempo en la escuela. Además, tenían menos probabilidades de mostrar un comportamiento violento, menos probabilidades de experimentar depresión y mejores habilidades sociales.

Los resultados también arrojaron que los niños de este programa ganaron, en promedio, un 25% más que el grupo de niños cuyas madres no recibieron el entrenamiento.

Según reporta Quartz, este estudio en Jamaica ha influido en la forma en que muchos países piensan sobre la inversión en el desarrollo de la primera infancia. Brasil, Guatemala, Zimbabwe, Bolivia, Perú, Colombia, Bangladesh e India están probando programas de entrenamiento para padres, muchos basados en el modelo de Jamaica.

“Si queremos atacar la pobreza, el lugar para comenzar es muy temprano en la vida”, dice Paul Gertler, un economista que estudió los efectos a largo plazo del programa de Jamaica, citado por el artículo escrito por Jenny Anderson.

La investigación muestra que la pobreza afecta el desarrollo de un niño pequeño en múltiples niveles, desde su desempeño cognitivo y educativo hasta su salud física y desarrollo social y emocional. En comparación con el costo de los beneficios por desempleo u otros programas de redes de seguridad social, “empezar bien es más barato”.

“Jamaica fue tan importante porque nos muestra el potencial de lo que se puede hacer, la importancia de la estimulación y que los impactos pueden ser duraderos”, afirmó Amanda Devercelli, líder mundial para el desarrollo de la primera infancia en el Banco Mundial, que fue citada en el artículo.

Anderson afirma en su reportaje que estas son diferencias que deben analizarse para cerrar la brecha entre niños pobres y ricos.