Inversiones, comercio y créditos, las estrategias de expansión de China

La potencia asiática busca ser el principal protagonista mundial de aquí al 2050. Las inversiones y créditos hacia América Latina aumentaron más en la última década.

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15 August 2018

Diez meses han transcurrido desde que se realizara en Pekín, el XIX Congreso del Partido Comunista de China, cuando quedó evidente la estrategia de expansión mundial del régimen: “erigirse como la principal potencia entre las naciones del mundo” de aquí al 2050, “es hora de que tomemos el centro del escenario mundial”, afirmaron en esa oportunidad los dirigentes del gigante asiático, y desde entonces la tarea la han hecho bien.

A finales de la década de 1970, el líder chino, Deng Xiaoping, emprendió un plan de liberalización de la economía mediante el cual comenzaron a crearse zonas económicas especiales en áreas estratégicas de China, se construyeron puertos y se levantaron ciudades fronterizas para fortalecer el desarrollo económico aprovechando la abundante y barata mano de obra de ese país.

Simultáneamente, Xiaoping abrió relaciones internacionales con las principales potencias occidentales, como Estados Unidos, Inglaterra, Japón; y además se incorporó al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional (FMI).

De acuerdo con analistas geopolíticos, China hace uso del poder blando. Su estrategia: ser el primer prestamista y el principal inversionista del mundo, a cambio busca que el país receptor abra sus mercados a los productos chinos, extraer sus recursos naturales e incorporar la tecnología.

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Y para ganar influencia no tiene injerencia en los asuntos internos del país receptor, es decir que no le importa el estado de la democracia, los derechos humanos ni la corrupción.

Estrategias cruciales

Tres son las estrategias económicas que los chinos utilizan para expandir su presencia en los países: (i) las inversiones en infraestructura (carreteras, puertos, aeropuertos y ferrocarriles, entre otros; (ii) la asistencia financiera a través de préstamos; y (iii) el incremento del comercio.

Entre 2013 y 2016 los asiáticos comenzaron a expandir su influencia en Latinoamérica, pues los líderes chinos comenzaron a reunirse con los presidentes de México, Costa Rica, Venezuela, Brasil, Cuba, Argentina, Ecuador, Chile y Perú, entre otros.

Para 2015 se celebró el Primer foro ministerial China-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), y acá se incorporó el proyecto 1+3+6, esto significa un plan que se desarrollará a través de tres vehículos (comercio, préstamos e inversiones), que se ejecutarán en seis áreas prioritarias: infraestructura, informática, cultura, manufactura, energía e innovación científica y tecnológica.

El plan de cooperación China-CELAC 2015-2019 determinó entonces que la potencia oriental financiaría proyectos de infraestructura y desarrollo por $35,000 millones, y mantendría relaciones comerciales por el orden de los $260,000 millones, que podrán llegar a los $500,000 millones en una década.

Según estadísticas del Banco Mundial y el Outward Foreign Direct Investment (OFDI, salida de la inversión extranjera directa) de China, las inversiones del gigante asiático en Latinoamérica en 2010 fueron de $31,720 millones, pero en 2016 estas ya sumaban $113,662 millones, y no han parado de crecer.

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Así las cosas, Brasil es la nación que más inversiones ha recibido, orientando millonarios recursos a energía, logística, agricultura, telecomunicaciones y banca.

En la parte de préstamos, China otorga créditos a diferentes países para el desarrollo de megaproyectos.

De acuerdo con el periódico Financial Times entre el 2009 y 2010, los estatales China Development Bank y el China Export Import Bank otorgaron $93,778 millones (81,000 millones de euros) en créditos a los países en desarrollo versus los $ 86,831 millones (75,000 millones euros) que asignó el Banco Mundial.

Generalmente, los préstamos están atados a la contratación de empresas chinas, que realizarán las obras, y a un porcentaje de trabajadores chinos que deben laborar en el país receptor de los fondos.

Venezuela ha recibido más de $50,000 millones en créditos garantizados con entregas de petróleo. Brasil y Argentina son los segundos mayores receptores de financiamiento.

Asimismo, China se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú logrando un volumen comercial por el orden de los $247,381 millones.

La Ruta de la Seda

Para consolidar su influencia mundial, los chinos paralelamente se han embarcado en la construcción de la Nueva Ruta de la Seda, una entramada red de obras de infraestructura que atravesará, por tierra y por mar, a 65 países, que juntos combinan un PIB de 21 trillones de dólares.

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La red comenzará en China y abarcará a los países de Asia Central, Medio Oriente, parte de África, llegando al corazón de Europa, en Italia y Holanda; y pretende cubrir el 70 % de la población mundial, generar 55 % del PIB global y mover la cuarta parte de los bienes que produce el planeta.

Este programa, lanzado a finales de 2013 por el presidente chino, Xi Jinping, comprende dos iniciativas principales: la Franja terrestre de la Ruta de la Seda (la Franja) y la Ruta de la Seda Marítima (la Ruta), e incluirá la construcción de nuevas líneas de ferrocarril y puertos; oleoductos, gasoductos y centrales eléctricas; carreteras y toda clase de infraestructuras de apoyo con miles de millones de inversión.