Mario:“Yo creía que la gente me iba a discriminar por ser expandillero"

A sus 15 años comenzó a involucrarse en las pandillas. La Policía lo arrestó el mismo día que se graduó de bachiller. Ahora está en la universidad.

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Mario tiene 4 años trabajando en League. Ahora siente que es una nueva persona.

Por Karen Molina

19 December 2017

Mario (nombre ficticio) apenas tenía 10 años cuando su madre comenzó a vender en el mercado para sacar adelante a su hermano y a él.

Pero al cumplir 15 años, él y sus amigos se metieron a la pandilla. “Me brinqué, me pusieron mi sobrenombre y me tatué”, recuerda.

Al graduarse de 9 grado sintió que no tenía futuro. Sus mismos amigos le decían que el estudio no servía para nada así que decidió dejar la escuela. Durante unos años fue perseguido por la pandilla contraria y por la Policía.

Su primera opción fue vender cepillos de diente en la calle, pero “a veces solo sacaba para el pasaje”. Luego buscó trabajo en una empresa de seguridad, pero sus tatuajes lo delataron y no lo contrataron. “Me sentía un fracasado, un perdedor”, recuerda.

Hasta que un día a su iglesia llegó el pastor Mario Vega, y avisó que una empresa estaba contratando expandilleros.

Aplicó al trabajo y esperó a que lo llamaran, pero mientras tanto, uno de sus compañeros de pandilla quiso atraerlo de nuevo. “Mientras esperaba uno de sus amigos de la pandilla le dijo que regresara. “Yo a veces sentía el deseo de regresar”.

Tras recibir la llamada de su contratación, Mario se sintió feliz, pero

Pero cuando League también estaba preocupado.

Cuatro años después, Mario se siente afortunado de estar en ese compañía. Este año decidió inscribirse en la Universidad y cursar Técnico en Ingeniería Mecánica. Hasta el día de ahora no ha dejado ninguna materia.

“Antes de acompañarme, no tenía nada. Tengo cuatro años de trabajar en la empresa, pero ahora tengo casa propia, amueblada, una motocicleta, mi empleo. Después de no tener nada, ahora veo todo lo que tengo”, dice feliz.