Al término del primer semestre de este año, las arcas del Estado recibieron $137 millones más en concepto de ingresos por pago de impuestos y contribuciones, el equivalente a 5.9 % más de lo que se recaudó al sexto mes de 2016, según indican las cifras del Ministerio de Hacienda, publicadas a través del portal de Transparencia Fiscal.
El reporte oficial detalla que al 30 de junio se contabilizaban $2,460.4 millones en ingresos tributarios; la mayor parte provino del Impuesto Sobre la Renta (ISR) que entre declaraciones, retenciones y pago a cuenta sumaron $1,087 millones, unos $46.5 millones más que a junio de 2016.
El IVA, declaraciones e importación, fue el concepto con el segundo mayor aporte en la cuenta de ingresos corrientes, con unos $965.4 millones al cierre de junio, $27 millones más que el año pasado aunque $56.7 millones menos que lo proyectado por Hacienda.
También, con $162.3 millones, las contribuciones especiales, que incluyen las del Fondo de Conservación Vial (Fovial) y las hechas a grandes contribuyentes, entre otros, aportaron la tercer mayor suma en los ingresos. Cabe mencionar que este concepto reportó un crecimiento interanual de 60.7%.
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Tendencia creciente
En su último Informe Económico Regional 2016-2017, la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA) destacó que El Salvador, pese a estar “atribulado por la incapacidad de los partidos políticos de alcanzar acuerdos que le permitan el avance fiscal” fue uno de los países que logró aumentar la carga tributaria respecto al Producto Interno Bruto (PIB).
La SIECA cita que la carga tributaria del país pasó del 15.1 % del PIB en 2014 a 15.5% en 2016.
El organismo detalló que la carga tributaria subió en toda la región “aún cuando en ninguno de ellos se implementó, al menos en el período en estudio, alguna reforma tributaria de la cual se deriven los aumentos marginales recaudatorios”.
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Debilidades y retos
Por otra parte, El Salvador y toda Centroamérica presenta un estancamiento en relación con la facilidad para hacer negocios, principalmente por la falta de reformas que reduzcan la tramitología para abrir empresas, y el costo del cumplimiento transfronterizo, detalló la SIECA en su informe.
El documento insistió en que lo anterior, aunado a los bajos niveles de innovación científica, educación y tecnología, ha tenido efectos en los niveles de competitividad.
De hecho, en el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial de 2017, El Salvador se ubicó en la casilla 105, la más baja de Centroamérica; y en el de innovación, en la posición 104, solo superando a Nicaragua.
Las proyecciones de una mejora en el crecimiento económico, advirtió la SIECA, también pueden verse vulneradas por la incertidumbre frente a políticas comerciales más proteccionistas en los centros industriales (como Estados Unidos) o por el bajo dinamismo económico mundial.