Migrantes, entre mandar remesas o arriesgar a su familia

Con las remesas que su esposo ha mandado desde Estados Unidos, Abigaíl ha cancelado todas las deudas que tenían. Sin embargo, ella quiere que se regrese. ¿Por qué?

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A noviembre las remesas llegaron a los $4,518.3 millones en el país.

Por Lilian Martínez

12 June 2017

Antonio, Carmen y Juan no se fueron del país en busca de mejores ingresos, sino en busca de la seguridad que ni aquí ni en Estados Unidos encontraron. Huyeron porque su hijo estaba en peligro de muerte si no aceptaba unirse a una pandilla… Pero terminó uniéndose a una y siendo capturado en Estados Unidos.

Pablo sí quería mejores oportunidades económicas. Abigaíl, su esposa, explica que él llevaba dos años en busca de trabajo sin éxito cuando decidió irse. Hasta los 48 años de edad, había trabajado como vendedor; ese era el único empleo que lograba conseguir con estudios no finalizados de contaduría pública. Con una hija adolescentes y deudas por pagar, se endeudó aún más con tal de que un coyote lo guiara hasta Estados Unidos.

“Ya está viejito. Cuesta a esa edad hallar empleo acá”, dice Abigaíl. Allá, Pablo consiguió trabajo en un restaurante de Óregon, cerca de la frontera con Canadá. Poco a poco, pagó la deuda adquirida con el viaje y las deudas que lo afligían en El Salvador.

Abigaíl considera que “aquí tenía un sueldo risible”, porque lo más que ganaba era $300. “Allá gana $10 la hora. ¡Y estamos hablando de 8 horas!”, matiza.

Mes a mes, Pablo envía un aproximado de $500. El hogar que dejó es uno de los 353,010 que reciben remesas en El Salvador, según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples del 2015 publicada por la Dirección General de Estadísticas y Censos (Digestyc) en 2016.

“A veces envía un poco más, a veces menos”, explica Abigaíl: “Deudas ya no tenemos, bendito sea Dios, pero los gastos mensuales son más o menos eso (que envía). Hablo de colegio, microbús, agua, luz, casa y otros gastos que se presentan en el mes”.

El dinero para la comida lo aporta Abigaíl, quien además de estar a cargo de su hija Graciela, cocina y vende comida en un chalé.

Mes a mes, el país recibe más y más remesas. Entre enero y abril de este año, se recibieron $1,581 millones; lo que significa un crecimiento del 10.62 % respecto al mismo periodo de 2016, según datos del Banco Central de Reserva. Durante 2016, el país recibió un total de $4,576 millones en remesas familiares, lo que significó un crecimiento del 7 % respecto a los $4,270 millones de 2015.

El monto de las remesas crece exponencialmente año tras año. Entre enero de 1995 y marzo de 2017, esa ha sido la regla. Diciembre, mayo, marzo y agosto son los meses en los que se reciben los mayores montos. Sin embargo, el porcentaje del PIB al que equivalen las remesas pasó del 18.4 % al 16.5 %.

Cuestionada sobre si el hecho de que el país reciba cada vez más remesas es positivo, Abigaíl responde: “Al menos para el país es bueno, pero para uno es esclavizarse o depender de las remesas. Yo creo que eso no es tan bueno, pues de un momento a otro te regresan (al familiar) y ahí terminan las remesas para ti”.

Aunque gracias a esas remesas ni Pablo ni ella tienen deudas, cada vez que Abigaíl habla por teléfono con su esposo le pide que regrese.

¿Por qué? Ella responde: “Si te vas es para sacar adelante a tu familia, pero como que se acostumbran a estar allá y la soledad los hace refugiarse o buscar pareja, y se olvidan de la familia”. Ella dice conocer casos de emigrantes que buscan pareja en Estados Unidos: “Los dos con compromisos acá. Pero llegan a un acuerdo: al regresar, cada quien por su lado o se casan allá y desaparece el amor por la familia que dejaron”. Pablo planea volver en diciembre, justo el mes de cada año en el que se reciben más remesas. Ni siquiera mayo, le quita ese lugar.