INFOGRAFÍA: A diario, un salvadoreño se quita la vida

El Instituto Salvadoreño de Medicina Legal (IML) ha registrado 1,252 suicidios entre enero de 2016 y octubre de 2018. El alcoholismo y la depresión están entre las principales causas que llevan a un salvadoreño a quitarse la vida.

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Entre el año pasado y este hubo un incremento del 15 % de los suicidios reportados.

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09 December 2018

“No encuentro otra alternativa más que matarme”, confiesa Luis* a su psiquiatra. Maltrecho, tendido en una cama de hospital, el adolescente resiente el “milagro” que hizo que aún siga con vida. Días atrás Luis, quien aún no alcanza la mayoría de edad, tomó la decisión más importante de su vida: ya no seguir viviendo.

Volcó toda su tristeza y desesperación en investigar, leer y decidir cómo quería morir. Se decantó por comprar un veneno que le permitiera morir sin sufrir tanto. Fue a una tienda cerca de su casa, con un par de preguntas -“¿Qué tan bueno es para las plagas?”- y poco dinero, consiguió el químico con el que buscó acabar con sus problemas. Luis sobrevivió, con graves daños en su organismo y serias secuelas, pero sobrevivió. Su recuperación no ha sido exactamente eso, su médico teme que Luis se descompense o que logre recibir el alta solo para intentar suicidarse de nuevo.

Una tarde, Luis deposita su confianza en los muros del hospital que lo separan de las amenazas que lo esperan afuera y acepta hablar con su médico.

“Una vez que yo me mate al menos no me voy a dar cuenta de qué va a pasar con mi familia… No quiero que les pase nada, pero no quiero ser criminal, no quiero que me maten. No veo otra opción”, confiesa Luis. Atrás han quedado los días en los que pensaba “no sé qué hacer”. Aún más lejos han quedado los días en los que Luis planeaba seguir estudiando y comenzar a trabajar para poder pagar su universidad.

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Todo acabó dos meses atrás. Un día, cuando regresaba de la escuela, la pandilla lo acorraló. Los jóvenes, algunos menores que él, le dijeron que tenía que unirse a ellos, que si no lo iban a matar, pero primero matarían a sus padres y hermanas. La segunda amenaza vino de la pandilla contraria. Luis, como muchos salvadoreños, vive en una zona límite entre los controles de ambas pandillas. Le dijeron que ni se le ocurriera unirse a los otros, que mejor se fuera con ellos, que le darían protección. Luis dudó de esas promesas, para él unirse significa morir joven, pero no dudó de las amenazas. Años atrás, los mismos que ahora le exigían unirse a ellos habían asesinado a su primo.

Luis intentó ignorar las amenazas, pero vivía con un temor desmedido. Cuando les contó a sus padres, ellos solo pudieron ofrecerle que no saliera de la casa, que ellos se encargarían de darle lo que necesitara. Pero el encierro, la soledad y la desolación lo llevaron a encontrarse sin otra alternativa. Luis terminó en Cuidados Intensivos, después fue trasladado al Hospital Nacional General y de Psiquiatría “Dr. José Molina Martínez” en Soyapango.

“Tiene un mal pronóstico, no sé qué va a pasar con él. No se puede garantizar que no lo vuelva a hacer. Es más probable que lo vuelva a intentar”, dice su psiquiatra, quien ha pedido omitir su nombre por motivos de seguridad.