Mujeres armadas por la inseguridad

Las solicitudes presentadas por mujeres para portar armas aumentaron 21 % el año pasado respecto a 2010. Seis de cada diez mujeres que han solicitado licencia de arma tienen entre 18 y 30 años. El temor a ser víctimas de la delincuencia las motiva a saber defenderse.

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Nathalia Gomez de la Asosiación de Tiro de El Salvador. Foto edh por Mauricio Cáceres

Por Karla Arévalo

17 July 2017

“¡Tiradora, cargue y aliste!”. La primera vez que Natalia Farfán tomó un arma pensó: “¡Si un día llegan a tocar a alguno de mis hijos, yo realmente haría cualquier cosa!” Hoy es una maestra de las armas y una competidora nacional de tiro práctico.

Lo que la impulsó a recibir adiestramiento profesional fue un incidente que le ocurrió a alguien cercano a ella. “Esta persona y su hija, al salir de la escuela, fueron atacadas por pandilleros. ¡Fue bien feo! Entonces dije, ‘yo voy a aprender a usar las armas y a quitarme el miedo’” … Y lo logró. Hoy Natalia apunta con un arma CZ Shadow II a un blanco de tiro en el Polígono de Tiro en Ilopango y de entre diez tiradores que entrenan a su lado es su rapidez la que sobresale del resto. La tiradora confiesa que si un delincuente entrara a su casa con seguridad tomaría el arma rápidamente, la cargaría y no dudaría en disparar: “Sé que doy al blanco”.

Natalia es una de las 3,486 mujeres autorizadas para portar arma de fuego en El Salvador. El Diario de Hoy solicitó a la Oficina de Información y Respuesta del Ministerio de Defensa Nacional los registros de licencias de armas solicitadas por los salvadoreños entre 2010 y 2016. El año en el que más licencia de armas se otorgó a las mujeres fue en 2016. Natalia sabía que el miedo y el interés por las armas no iban de la mano.

Eligió soltar el miedo e inició un curso de defensa personal hace dos años. “Una persona que es tirador me dijo ‘yo te puedo dar un curso básico y me llevó a la Asociación de Tiro”. El amigo de Natalia identificó su talento: puntería al disparar. Entonces la invitó a participar oficialmente en la Asociación Salvadoreña de Tiro Práctico. Natalia recuerda su primera reacción frente a un escenario de tiro: “El escenario regularmente te toma 15 segundos en terminarlo. Yo estaba tan nerviosa y asustada que lo hacía en horas. Agarraba lo más despacio posible el arma y caminaba despacio… Es que decía ‘me voy a tropezar’, yo pensaba todo lo peor. Claro, fallé mil veces, pero ahorita estoy entre las más rápidas. Es cuestión de tiempo y confianza”.

En un entrenamiento Eran las 8:30 de la mañana del sábado 7 de julio, cuando bajamos hacia el Polígono de Tiro en Ilopango junto a Natalia y otros quince tiradores de la Asociación Salvadoreña de Tiro Práctico. Todos llevaban suficiente armamento y municiones para tirar desde las 9 de la mañana hasta las dos de la tarde.

En el primer escenario había diez blancos de tiro. Javier Mena, el entrenador les evaluó la precisión del disparo y el tiempo. “¡Cuatro disparos cada uno! Nadie vaya a desenfundar el arma si no se le indica”, explica; mientras todos se ponen en fila frente al blanco que se encuentra a unos 25 metros de distancia.

Natalia describe los significados de los círculos en el blanco de tiro: “Hay tres letras: el Alpha, el Charlie y el Delta. El Alpha es el que está en el centro y vale más que los otros. El Delta está a la orilla del cartón. Lo que tenemos que hacer nosotros, es tirar la mayor cantidad de Alphas posibles en el menor tiempo”. Llegado el turno de Natalia toma posición firme y dispara; de los cuatro boquetes que hace, dos son Alpha’s. La joven bromea “¡eaa… te gané!”, mientras señala a un tirador con 35 años de experiencia. ¿Cómo le atinó al blanco? Confiesa que sus entrenamientos han sido rigurosos desde que inició. “La pistola siempre tiene que apuntar a un lugar seguro, el dedo debe estar a fuera del gatillo si no hay una indicación de disparo. El único momento cuando podemos tirar es cuando está el juez y dice ‘tiradora: cargue y aliste…’ y hasta ahí se debe hacer con cuidado. Yo tengo pánico de cometer un error por eso soy bien cuidadosa”.

En el segundo escenario Natalia debe disparar a un pequeño círculo color naranja que representa el Alpha. Mena coloca ese círculo para recordarle a sus alumnos que la victoria en una competencia se consigue con disparos precisos; pero les advierte que no tendrán esa ventaja en una competencia. “¡Vamos a salir con el arma cargada y en la funda! De frente apuntamos hacia el fondo del escenario. Hay cinco blancos de tiro y dos láminas que simulaban cuerpos humanos. Esos los disparan dentro de la línea, pues más allá puede haber un rebote”. Natalia conversa mientras llega su turno.

– ¿Has tenido algún problema en algún entrenamiento? – se le pregunta-.

- ¡Nunca! Los instructores y los jueces son bien meticulosos. Ellos siempre están pendientes de todo.

Natalia inicia y dispara dos veces a cada blanco. Pese a que no logra derribar un popper continúa.

“¡Todos mis hijos quieren tirar!”, dice a su regreso. Junto a Natalia está Gabriel de 14 años, quien hará el mismo recorrido de su madre. Él es el único de sus hijos a quien ella ha dado permiso de aprender tiro práctico. “Él es el más grande y tengo otro de siete, pero la niña que tiene seis años se muere por tirar. En Guatemala acabamos de estar en una competencia en la que la tiradora más pequeña tiene siete años. Es una niña divina y mi hija quiere, pero no. Todavía no”. Lo primero que Natalia enseña a sus hijos es el respeto hacia las armas. Lo demás dice que vendrá a medida que ellos crezcan. – Una mujer con tres hijos y un par de armas, ¿qué precauciones toma?- Pues en mi casa no hay armas alcanzables. Yo las tengo en caja fuerte. No dejo nada afuera. Además, jamás portaría un arma cargada.

¡Por más mujeres que sepan disparar!Natalia desea que más mujeres aprender a disparar. Cree que la mayoría de mujeres sienten curiosidad por las armas, pero estas no se deciden a aprender a usarlas porque creen que es peligroso. “¡A nosotros nos encantaría tener más mujeres en la Asociación! ¡A nivel centroamericano solo somos cuatro!”. Aunque ella empezó a usarlas por defensa personal, anima a que las mujeres lo hagan por deporte.

Las armas de Natalia son la Glock 9 milímetros y la CZ Shadow II. Pero también sabe de escopetas y fusiles. Cuenta que el primer tiro con escopeta que hizo fue un gran golpe que la hizo dar tres pasos hacia atrás. Eso no es algo que la detenga, pues su objetivo siempre será el Alpha: “Pegar aquí y acá (cabeza y abdomen)”.