Javier Cooper es un ejemplo de superación pese a perder una pierna

Javier Cooper, de 28 años, sufrió amputaciones con apenas 15 meses de edad por una bomba en el conflicto armado, pero no renunció a su pasión por el deporte.

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Por Carlos López Vides | Twitter: @celvides

30 May 2017

Al verlo rematar, tirarse por la pelota y cubrir su zona en la cancha de voleibol, nadie pensaría que Javier Cooper Cruz, el número seis del Fénix, tiene amputaciones en su cuerpo. Este joven de 28 años, quien juega en la segunda categoría del país, es un sobreviviente y un guerrero.

El día que marcó la vida de Javier fue el 15 de noviembre de 1989. Tenía 15 meses de nacido. “Estaba en San Miguel con mis abuelitos, para el tiempo de la guerra, en la ofensiva. Cayó una bomba en la casa, que se destruyó con nosotros adentro”, cuenta hoy, con voz tranquila, sin dramas ni poses. Es algo que le tocó vivir y ya lo superó. Ya está. Ni piensa en ello cuando eleva la pelota y la golpea con ganas.

Ese miércoles, a las 9 de la mañana, la bomba que amputó el cuerpo de Javier salió de un avión del ejército, que buscaba liquidar a los guerrilleros que estaban apostados en la colonia Río Grande. El artefacto cayó en la casa de su abuelo, Maclovio. La explosión derrumbó las paredes. Hubo caos. Angustia. Javier quedó bajo los escombros.

Doña Gabriela dice de su hijo mayor que “él ha sabido derrotar las barreras que se le han ido presentando. Siempre lo he admirado por eso. Lo que se empeña en lograrlo, lo obtiene. Ha luchado, para él ha sido muy difícil su discapacidad, pero Dios le ha compensado con esa fortaleza que él siempre mantiene, ese tesón por salir adelante. Es mi orgullo”.

La historia de Javier es una más dentro de las 18 mil 662 personas con amputaciones que tiene en su registro el Fondo para Lisiados y Discapacitados por el Conflicto Armado, que existe desde 1995 y que tiene entre sus beneficiados al mismo voleibolista. Varias de estas personas se han abandonado a la depresión. Al “no puedo”. Y muchas otras, con su cuerpo pleno, prefieren ocultarse en excusas.

A ellos, Javier Cooper Cruz les dice: “No hay que darse por vencidos. Yo tengo la prótesis, me ayuda, es una pierna en sí. Me hace ser como todos los demás. Hasta correr. Si me dicen de correr un kilómetro, lo voy a hacer más lento que alguien más, pero lo voy a hacer. Si uno se pone en la mente hacer algo, lo puede lograr”. Como el ave que da nombre a su equipo, la que vuelve de las cenizas. Como el Fénix.